de acuerdo con las ortodoxas élites forales, el manual del buen navarro dictaba que no cabía tal apelativo sin los requisitos mínimos de votar al esencialismo autóctono, adorar a los copatrones regionales, peregrinar a Javier, seguir a Osasuna y tener los dineros en la Caja. Ironías aparte, nada que ver con los valores que este periódico pretende reconocer en su vigésimo aniversario con el Premio a la Excelencia Ciudadana, cuyo beneficiario están decidiendo ustedes nuestros lectores -mediante sufragio soberano en la web del diario- de entre los cuatro candidatos propuestos: la trabajadora social y sexóloga Maite Ziganda, el músico Aritz Azparren, el coach y emprendedor local Jon Etxeberria y el guionista y cineasta Raúl de la Fuente. Cuatro perfiles de reconocida capacidad en sus respectivos ámbitos aun en su juventud que se caracterizan por su contribución al desarrollo de la colectividad, en especial de los sectores más desfavorecidos o en severas dificultades, con el valor añadido de su independencia del poder en su más amplia acepción y una vis filantrópica que excede de la mera caridad. Los cuatro se erigen como faros luminosos en este momento de desasosiego ciudadano ante tanto saqueo público, ora con las recalificaciones y adjudicaciones urbanísticas, ora con las tarjetas black y los sobresueldos secretos a cuenta de las entidades bancarias. Con el plus de constituirse sin pretenderlo en referentes para estas nuevas generaciones -acosadas por la falta de expectativas vitales, para empezar por la imposibilidad de emanciparse- merced a su actitud proactiva para crecer como individuos y generar prosperidad en derredor, no necesariamente material. Sirvan estas modestas líneas al objeto de estimular el voto para resolver la concesión del Premio a la Excelencia Ciudadana -que sin duda merecen otros muchos convecinos, además de los preseleccionados en esta primera edición- con el fin de que los cuatro aspirantes se sientan vencedores. Como ganadores son ya en la vida, aunque sus triunfos cotidianos -que nunca rutinarios- no resuenen como debieran ni se paguen con dinero.