uestos a tirar de ironía, a la vicepresidenta Carmen Calvo habría que preguntarle: ¿Qué hacemos con los vecinos que ponen la lavadora a las cuatro de la madrugada? El debate sobre las nuevas tarifas de la luz va a acabar derivando en un conflicto de convivencia. El anunciado beneficio no está tan claro; en primer lugar, las organizaciones de consumidores advierten de un notable incremento en la factura del mes de junio mientras que para conseguir el supuesto ahorro hay que introducir un cambio de hábitos que pese a la amplia horquilla horaria ni parece tan sencillo de adaptar a nuestro ritmo de vida ni reporta un alivio tan notable para la economía doméstica. Porque la aplaudida liberación del mercado eléctrico no ha repercutido tanto en la factura como en la pérdida de paciencia que supone atender las insistentes llamadas telefónicas de operadores empeñados una y otra vez en que cambie de suministrador.

A Carmen Calvo le preguntaron por la luz y respondió "nosotras parimos, nosotras decidimos". Aportó la mano derecha de Pedro Sánchez que lo importante no es la hora a la que se pone la lavadora sino quién la maneja porque sigue siendo una tarea femenina. Un poco antiguo el argumento y poco acorde a las nuevas generaciones. Y solo hay que ver cómo la publicidad toma como protagonistas ahora a hombres preocupados por el suavizante o tirando de plancha. Alguna puntualizará lo que acabo de escribir restregándome que "eso en mi casa no pasa...". Tampoco me imagino a la ministra separando la ropa blanca de la de color o deslizando la plancha por la manga de la camisa procurando no dejar arrugas...

Me he ido del tema. ¿Qué hacemos con quien activa la lavadora de madrugada y el ruido del tambor en el programa de centrifugado atruena por todas las plantas del edificio alterando el sueño de otras personas? A mí me está pasando. El estridente está en el ejercicio de su derecho de consumidor y cuenta con el aval del Gobierno; sin embargo, colisiona con lo recogido en la Ley de Propiedad Horizontal y puede derivar en una demanda vecinal. En esas estamos. Ahorrar en luz acaba pasando factura.

¿Qué hacemos con los vecinos que ponen la lavadora a las cuatro de la madrugada alterando el sueño de otros inquilinos del edificio?