stadísticamente hablando, usted tiene una alta probabilidad de ser hoy un tonto o tonta del haba. Más si prueba tanto el roscón de nata como el de crema y no digamos ya si le pega también al de trufa, pues habrá cogido todos los boletos para pagar al respetable el típico bollo de Reyes. Esa dulce tontería duraba según la interpretación original el día de autos y otorgaba a ese tonto temporal la potestad de hacer lo que quisiera hasta retomar al final de la jornada su condición intelectual previa. La pregunta en este inicio de 2021 radica en qué hacer con los tontolabas sin h que han cundido en 2020 y cuya estupidez se ha cronificado a fuerza de insistir en su cretinismo tiznado de soberbia como el mayor de los pecados capitales. El ranking de necedad lo encabezan los negacionistas de una pandemia que ha dejado un horroroso rastro de muerte a lo largo y ancho del planeta, conspiranoicos que han ido reproduciéndose como setas venenosas y en cuyas filas ha arraigado una peligrosa legión de peripatéticos antivacunas. Gente insolidaria al cubo porque operan como superpropagadores de la covid, mientras nos catalogan al resto de cobayas humanas como si tal cosa, y que rivalizan en irresponsabilidad con los desaprensivos que siguen pasándose por el mismísimo arco del triunfo hasta las restricciones más elementales, mostrando el serrín que albergan sus neuronas. En esa nómina de idiotas hay que incluir de todas todas a los listos a posteriori, a esos tertulianos de guardia a la búsqueda de quien les dé la razón por puro agotamiento una vez que la realidad ya está a la vista de cualquiera, criticones a tiempo completo de las autoridades sanitarias de toda índole cuando saben de virus exactamente nada. Ya que estamos en plena carrera comercial por las vacunas, que bienvenida sea tal competencia cuando se acompasa con los preceptivos controles sanitarios, a ver cuándo se inventa una para bobos, bocachanclas, botarates, cantamañanas, mendrugos, mentecatos, mequetrefes, tarugos, zopencos, zoquetes y demás especies caracterizadas por su insensatez. En tiempos de pandemia, la imbecilidad se ha convertido en una plaga y no cabe mirar hacia otro lado ante tanta memez. Contra la majadería, argumentos. Y cuantos más, mejor.

La imbecilidad se ha convertido en una plaga con esta pandemia y no cabe mirar hacia otro lado ante tanta memez. Contra la majadería, argumentos. Y cuantos más, mejor