a mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor", dejó dicho García Márquez. Esa disyuntiva ya no existe en el siglo XXI para el periodista cuyo día acaba de celebrarse, en primera línea de batalla en la guerra de la inmediatez que se dirime en el espacio digital como primer escenario de la competencia mediática, que en el caso de la prensa escrita a la que mayormente se refería el genio de Macondo cristaliza en una versión impresa que aporta contexto, perspectivas y reflexión. De tal forma que la web -con su traslación a las redes sociales- adquiere una impronta informativa y de entretenimiento con el apoyo de recursos audiovisuales, mientras que el papel brinda una lectura más formativa, didáctica y divulgativa. En ambos soportes bajo la premisa de lograr el mejor posicionamiento de cada una de las piezas en los buscadores de Internet para alcanzar primero y fidelizar después a la mayor audiencia posible, excediendo el nicho de usuarios regulares para además ganar en recurrencia de las visitas y permanencia en los contenidos. La audiencia se sitúa definitivamente en el centro de toda la estrategia corporativa, mandan más que nunca sus preferencias, inquietudes y emociones, cuyo rastreo precisa de una interacción con los distintos públicos objetivos que se constituyen en prosumidores, ya no meros receptores. En el sentido de que, además de consumir contenidos ajenos, también los producen sobremanera en las redes sociales y además se erigen en prescriptores de los que son de su gusto. La resultante es una profesión menos endogámica en tanto que ya no prevalecen los intereses del periodista integrado en una organización con sus principios editoriales, como pesan cada vez menos los de los grupos de presión, en particular un espectro político cuyas cuitas declarativas pierden espacio por no generar el impacto suficiente. El oficio se torna sin embargo más exigente con la instauración de un periodista multitarea con destrezas para aportar valor en cualquier canal, trabajando en distintas plataformas a lo largo de la jornada laboral. Así que la sociedad digital ha configurado otro periodista, en efecto, pero el periodismo digno de tal nombre sigue soportado sobre el mismo pilar de la información veraz, entendida como la rectamente obtenida y difundida, contrastada y carente de expresiones injuriosas. Como perdura la definición de George Orwell de que periodismo es antes que nada publicar lo que alguien no quiere que se publique, en atención al interés general de la ciudadanía en su conjunto como bien superior para conformar una opinión pública crítica y con criterio.

La sociedad digital ha elevado la exigencia del periodista, ahora ya multisoporte, pero el oficio sigue sustentado en la información veraz, la rectamente obtenida y difundida