atalunya registró el domingo por vez primera una mayoría incontestable de sufragio independentista, así que se adivina una legítima presidencia de ERC como partido más votado de ese espectro político. Siempre claro que Junts interiorice el cambio en la histórica correlación de fuerzas y la CUP se involucre en la gobernabilidad pese a las contradicciones y las renuncias que comporta. Todo ello sin perjuicio de constatar el éxito irrefutable del PSC como sigla ganadora en las urnas a lomos de Illa y de la descomposición de Ciudadanos. Aunque paradójicamente se trata de un triunfo estéril a efectos de gestión pues al ministro de la pandemia no le alcanza con los Comunes, a los que también corteja ERC para reforzar la referida mayoría con Junts y la CUP. Desterrada la gobernanza transversal ya durante la campaña, la constitución del Ejecutivo se antoja sin embargo problemática por el deterioro de la relación entre ERC y Junts bajo la alargada sombra de Puigdemont, a lo que agregar la dudosa compatibilidad entre esta última formación conservadora con una CUP caracterizada por la subversión y el asamblearismo. Fueraparte del formato de gobierno, el reto sigue radicando en cómo sacar a Catalunya de su laberinto, en la forma de acometer desde la Generalitat la reconstrucción tanto económica como social y acompasar ese doble rescate con los avances por la autodeterminación y la amnistía para los presos catalanes que reivindica el president en ciernes Aragonés. Cuando en la segunda parte de la ecuación no se atisban novedades ni a corto ni a medio plazo por la apuesta autonomista de Illa con el autogobierno como emblema y porque el socialismo hegemónico en España no está por complicarse la existencia con una consulta vinculante sobre el marco jurídico. Más con Sánchez respirando aliviado por el resultado de sus socios en Madrid al rebasar ERC a Junts y al mantener el tipo la filial de Podemos. A la espera de que la política catalana deje de girar cual hámster en la rueda del conflicto identitario, en nada contribuye a las soluciones la homologación democrática de Vox en el Parlament, superando además a las diestras juntas. En el pecado de exacerbar la confrontación alimentando a la ultraderecha llevan tanto Ciudadanos como el PP la penitencia de su irrelevancia. Ajo y agua.

El reto del Govern radica en cómo salir del laberinto, acompasando el rescate económico y social con la autodeterminación, cuando el socialismo no está por la consulta