esta hora, las infantas Elena y Cristina continúan en la línea de sucesión dinástica de la Jefatura de este Estado. Inaudito en cualquier otro lugar del mundo civilizado. Y más increíble todavía, los cortesanos de guardia no cejan en su empeño de blanquear a las borbonas bajo el servil argumento de que son familia del monarca, como hermanas del ungido por razón de cuna, pero no Casa del Rey. Así que ambas dos hicieron muy bien en vacunarse en Abu Dabi aprovechando literalmente el viaje para arropar al padre que, en otro alarde de patrioterismo, huyó con la idea de ir regularizando a distancia los montos evadidos sin correr riesgos mientras la Hacienda de todos no lo empura como hubiera procedido con cualquier otro trincón. Las hermanísimas ahora como hijísimas antes se han saltado la cola, vacunándose incluso antes que su octogenaria madre, a la búsqueda siempre del privilegio allá donde se encuentre, aunque sea en Emiratos Árabes. Y además sin ningún propósito de la enmienda, pues se escudan en el cuento chino del pasaporte sanitario para visitar a su emérito progenitor cuando bastaría con una PCR actual cada vez que quieran verlo. Como china es, por cierto, la vacuna que se inocularon pese a no contar con la homologación de las autoridades europeas en la materia. Elena nunca pareció lo que se dice una hacha y Cristina ya se pasó de lista como titular junto a su marido el exbalonmanista de una sociedad pantalla para centrifugar aquellos dineros de Nòos, pero lo nuclear es que se creen impunes porque los hechos lo acreditan y que además piensan que los demás nos chupamos el dedo. Entre esos demás estas vivales de existencia regalada han acabado por incluir a su hermano el rey vigente al comportarse como unas elefantas en la cacharrería de La Zarzuela. Nunca pudo imaginar Felipe que le pondría contra las cuerdas su propia familia y que en esa casa surreal camparía a sus anchas un coronavirus y no precisamente la covid-19. El sueño de la República sigue vivo porque algunos de los más allegados al monarca se han demostrado inmunes al mínimo decoro con actitudes impúdicas y en el caso del patriarca hasta delictivas. Vaya tropa.

Elena nunca pareció lo que se dice una hacha y Cristina ya se pasó

de lista, pero ambas creen que los demás nos chupamos el dedo; son una tropa inmune al mínimo decoro