El final del confinamiento, la desescalada, las fases el lunes llega otra y el paso gozoso de una a otra han ido diluyendo el respeto inicial a la pandemia, se nos ha ido aguando el temor y se ha marchado por el sumidero un buen número de buenas intenciones y propósitos. Los días de reclusión le han sacado a más de uno el guarda jurado que lleva dentro porque se ha dedicado al control del personal, de sus distancias y sus horarios. La desescalada se ha iniciado pero el vigilante se ha quedado con nosotros, listo para señalar lo que considera rechazable o, directamente, no entiende o conviene. La desescalada nos deja a estos seres insufribles en su defensa airada y también a otros personajes cuando menos curiosos.

Mientras no se demuestre lo contrario, parte de esta fauna peculiar es la que habita ciertos barrios de Madrid y de otras ciudades y viene saliendo a la calle con la mejora del tiempo y la llegada del sol a gritar "libertad, libertad", olvidándose la segunda parte del mensaje que tendrá que completarse para solicitar "libertad de contagio", o "libertad para petar las UCI". Porque en el escenario actual, a semejante inicio de proclama, no le puede seguir otra conclusión, salvo que se busque otra cosa, que es lo que pasa.

El vigilante que llevamos dentro, hay que reconocerlo, anda muy excitado estos días porque estamos mirando con atención todo lo que hacen nuestros vecinos y deducimos que son unos patosos, que no andan a las horas que les toca, que media docena de chavales se hacinan en un banco en el que no caben ni cuatro o que esta cuadrilla de padres se están atiborrando a cañas mientras sus vástagos hacen pandilla en un parque semicerrado en el ratico vespertino reservado a los mayores, que a éstos si les pilla el bicho se los lleva por delante... Quizás sea necesario mantener el espíritu airado y la mirada crítica con lo que nos rodea y no está bien también hay que ponerse primero ante el espejo para calibrar cómo debe ser de larga la vara para medir, pero resultaría muy frustrante que de este periodo exigente, duro y nuevo no hubiésemos acertado a rescatar ni una pizca de sabiduría, habilidad y solidaridad para el día a día. Hala, llaves, mascarilla y a la calle. A ver cómo te portas. Te están viendo.