es cierto que la Encuesta de Población Activa (EPA) es sólo una encuesta y que sus estadísticas ofrecen datos y lecturas contradictorias según las preguntas del sondeo, la época del año o los ciclos económicos , y más aún en el caso de Navarra, donde el resultado se basa sobre una muestra de encuestados mínima. De hecho, los datos que registra la EPA de 2018 sobre desempleo y afiliación de la Seguridad Social son sensiblemente contradictorios con la realidad de las estadísticas del paro registrado -el que identifica a personas concretas cada mes en las oficinas de demanda de empleo-, y aún así Navarra se mantiene entre las tres únicas comunidades, junto a la CAV y Cantabria por debajo de la tasa del 10% de desempleo. Es decir, un mal dato de la EPA para un buen balance de la evolución del empleo y el trabajo desde 2015. En todo caso, los datos dibujan a Navarra de nuevo a la cabeza de las comunidades con menor desempleo, una realidad política y social que deja en evidencia y ridículo los discursos de la oposición exagerada de UPN, PSN y PP -que ayer volvieron a desbarrar en sus valoraciones-, a los que una vez más los hechos sitúan fuera de lo que ocurre en la Navarra real. No obstante, al igual que las falsedades y manipulaciones sobre los niveles de cohesión social, empleo y actividad económica desmienten a los altavoces políticos y mediáticos que las airean, tampoco los datos del nivel de creación y calidad del empleo en los ya casi cuatro años de la Legislatura pueden quedarse en la mera autocomplacencia. Sigue quedando mucho por hacer. Para empezar, el empleo nuevo sigue lastrando las malas condiciones y precariedad derivadas de las sucesivas reformas laborales, además de que Navarra ha sido una de las comunidades que, desde una mayor calidad salarial de partida, ha sufrido mayor pérdida de poder adquisitivo. Más allá de los buenos datos globales del empleo, es necesario seguir insistiendo en las políticas públicas que han impulsado el Gobierno de Barkos y los ayuntamientos del cambio en Navarra para revertir las consecuencias sociales de las sucesivas reformas laborales de PP y PSOE -apoyadas por UPN-, que han propiciado un cambio sustancial en el mercado laboral y en las condiciones de los trabajadores y trabajadoras. Que Navarra vaya bien debiera ser un objetivo común de la política y del conjunto de la sociedad al margen de discursos políticos que sólo buscan encubrir sus propias responsabilidades en el deterioro global, incluido el ámbito laboral y social, del Estado de Bienestar.