la consecución de un acuerdo programático de 479 medidas entre el PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra -pendiente de ratificar por los partidos- constituye un ejercicio de coherencia política por todos los interlocutores, que en campaña electoral se comprometieron a impedir el regreso de la derecha a la Diputación. Así que ese consenso cuatripartito obedece fielmente a la voluntad de la ciudadanía navarra expresada en las urnas, pues todas las siglas negociadoras están cumpliendo con sus electores. De ahí que las acusaciones de traición de la derecha rabiosa se caen por su propio peso, más allá de la evidencia numérica de que los tres socios de Navarra Suma acumulan tres escaños menos que los soportes del eventual Gabinete de Chivite y también menos votos que si se contabilizan los apoyos del PSN más Geroa Bai. Constatada la legitimidad política y aritmética del nuevo Gobierno de progreso en el que se trabaja denodadamente, cabe acreditar que las 70 páginas del programa responden a las aspiraciones de la mayoría social de esta tierra con una apuesta decidida por el reconocimiento de derechos y prestaciones, el refuerzo de los servicios públicos, el impulso económico y del empleo, la rectitud financiera y una política fiscal progresiva. Con la premisa fundamental de la profundización en el autogobierno foral y de la estricta observancia primero y el fomento después de la diversidad de Navarra y de la convivencia entre quienes la habitan. Ahora se trata de que el diálogo resolutivo que ha posibilitado el acuerdo programático, desde las premisas de la generosidad y el sentido común, se extienda a la estructura de Gobierno a ultimar tras los Sanfermines. Lo lógico sería un formato de coalición, respetando obviamente el peso de cada sigla, ante la realidad de que el PSN ostenta escasamente la quinta parte de los escaños del Parlamento y de que sólo tiene dos más que Geroa Bai. Una mecánica que dotaría al funcionamiento del Ejecutivo de una cohesión más necesaria que nunca habida cuenta del acoso exterior de la derecha y sus satélites mediáticos. De momento, los negociadores han acertado al anteponer las políticas a los cargos, una tarea encomiable a rubricar con un organigrama equilibrado y solvente, con un planteamiento ideológico asumible por EH Bildu siquiera para su abstención y convertir así el veto que le dispensa el PSN en una determinante aportación en clave del progreso al que ha contribuido decisivamente los cuatro últimos años.