la izquierda se divide. La derecha intenta juntarse. La izquierda no aprende. La derecha acumula experiencias para evitar caer en los mismos errores. Es el sino de la historia, de la que la pasada semana se vivió un lamentable espectáculo final con la negación más que negociación entre el PSOE y Unidas Podemos que concluyó con una investidura fallida que provocó la sonrisa en los escaños de PP, Ciudadanos y Vox que esperan pacientes una nueva oportunidad ante los bandazos socialistas y la falta de cintura de la supuesta nueva izquierda. De hecho, sólo los nacionalistas catalanes y vascos supieron estar a la altura y trasladar incluso un discurso casi de Estado o al menos constructivo en clave estratégica. La resaca ha sido compleja y ni Sánchez ni Iglesias acaban de digerir su mutuo fracaso. Al contrario, continúan las dudas y contradicciones mientras se abren nuevas grietas en el espacio a la izquierda del PSOE con el errejonismo españolista al acecho, la postura propia de IU... Los pseudoestrategas de Ferraz siguen con su calculadora electoral (la encuesta del CIS de ayer no es una referencia por ser previa al fiasco de la investidura, pero es posible que el voto socialista no se resienta) sin afrontar el verdadero tema de fondo que es saber con quién quieren gobernar o quién les va a dejar gobernar. En el otro lado del hemiciclo, tanto el PP como Ciudadanos han realizado un ejercicio de cierre de filas y depuración para apuntalar las líneas duras de sus líderes. Casado y Rivera parecen decididos a mantener su guerra interna por encabezar la derecha y sumar, también con Vox, en el frente externo contra la izquierda y el soberanismo. La portavocía de Cayetana Álvarez de Toledo y el ascenso en el organigrama Ana Beltrán son una muestra de que el PP ha decidido pisar el acelerador y aumentar la presión sobre Sánchez. Y no sólo sobre él. Navarra vuelve a estar en el punto de mira en la recta final de un proceso que ha seguido una forma -y un posible desenlace- muy diferente al de Madrid. Lejos de que la izquierda tome como modelo la Comunidad Foral para un pacto transversal es la derecha la que flirtea con la idea de importar el experimento desesperado de Navarra Suma al ámbito nacional. Ciudadanos de momento es reacio, pero es evidente que tras el gatillazo de abril-mayo, la derecha trifásica no dará otra oportunidad en noviembre. Los poderes fácticos suspiran por la gran coalición o una bisagra con Ciudadanos o Errejón. Mal panorama otoñal con la sentencia del procés al caer.