la realidad ha puesto a Ciudadanos ante el espejo y a estas alturas puede concluirse que se trata de un proyecto que ha traicionado todos sus principios. Comenzando por lo último, una sigla que abanderó la regeneración democrática mantiene una dinámica y una dialéctica de pacto con el partido más corrupto de Europa, por su financiación ilegal y por su obstruccionismo a la labor de la Justicia incluyendo los servicios de una mafia policial. Un PP al que la formación naranja acaba de entregar el poder completo en Madrid, el foco de sus fechorías, cuando los candidatos de Casado no ganaron ni en la Comunidad ni en el Ayuntamiento. Ciudadanos también se dijo liberal y sin embargo ha incurrido en la naturalización de los enemigos de las libertades individuales y colectivas con la confirmación de gobiernos únicamente posibles con los votos de Vox. Es decir, llegaron como contrapeso de rojos y azules pero se han convertido en azulones. Hasta el punto de que esa política de pactos integrando en la ecuación a la ultraderecha le reportó un desmentido del Ejecutivo francés, tras haber propalado falazmente el respaldo de Macron, y el liberalismo europeo alucina literalmente con ese pasteleo con Vox. También el antiindependentismo fundacional de Ciudadanos ha quedado licuado a efectos prácticos por mucho que lo propale groseramente en el discurso. En el sentido de que a nivel estatal el veto estructural a Sánchez supone dejar la gobernabilidad desde Moncloa seguro al albur del PNV y probablemente de ERC-Bildu, en tanto que Rivera rompió con Valls por ofrecer a Colau la alcaldía de Barcelona sin contrapartidas. Para la historia ya quedó la renuncia de Arrimadas a la investidura catalana pese a ganar las elecciones en una manifestación de impotencia inédita. La homogeneización competencial enarbolada por los naranjas ha quedado asimismo supeditada a ganar posiciones institucionales. Ejemplo paradigmático es Navarra, donde firmó con UPN el respeto al régimen foral mientras en su programa defiende abolir la bilateralidad del Convenio que lo sustenta. Todo para insertar candidatos en puestos de salida con la fórmula de Navarra Suma sin exponer a la marca en las urnas. Finalmente, el adalid de la nueva política ha asumido los usos de la más recalcitrante, pues la vida orgánica de Ciudadanos se dirime con un dirigismo absoluto desde Madrid y un culto a la personalidad del líder contradictorio con la dirección colegiada y el contraste leal de ideas.