la estadística no deja lugar a la duda: la ingesta de alcohol y/o drogas y la conducción sigue siendo un binomio asesino demasiado extendido, también en Navarra. Así lo atestigua la aberrante realidad de que en cada uno de los últimos tres años se han superado en la Comunidad Foral el millar de condenas por delitos de tráfico, representando la conducción bajo los perniciosos efectos de las bebidas alcohólicas y/o de las sustancias estupefacientes más del 60% de esas infracciones penales, en tanto que del resto destaca la carencia de permiso a menudo por tener antecedentes previos. Con la circunstancia agravante de que también persisten las condenas por la negativa a someterse a las pruebas obligatorias de alcoholemia, lo que conlleva una pena por ese hecho y otra por conducir ebrios en el supuesto de que los síntomas resulten evidentes, como suele ocurrir. Del informe que hoy publica DIARIO DE NOTICIAS se deriva la palmaria evidencia de que un segmento significativo de la sociedad navarra sigue sin interiorizar que la observancia de la seguridad vial representa una obligación primero con uno mismo, después con los allegados y por extensión con la ciudadanía en su conjunto. Como esa mala praxis en la conducción también indica fehacientemente que no han calado suficientemente las campañas de sensibilización, tanto las centradas en visibilizar las brutales consecuencias de la siniestralidad vial como aquellas que apelan a la razón y al respeto a los demás. Lamentablemente, el efecto benefactor del carné por puntos, clave para la drástica reducción de la mortalidad en las carreteras, también parece haber menguado y ya se plantea un endurecimiento por ejemplo en lo que atañe al teléfono móvil. Así al menos lo acredita que las condenas de tráfico supongan un tercio del total por cualquier tipo de delito en el Estado español, en cuyas cárceles se hallan internadas más de 5.000 personas por conductas ilegales al volante. La resultante es que esta sociedad en su conjunto no acaba de atajar un problema de semejante calado y que, pese a los ingentes esfuerzos de los poderes públicos, deben implementarse todavía más medidas de concienciación tanto de carácter coercitivo como esencialmente didáctico. En ese marco se inscribe por ejemplo el programa formativo en el Circuito de Los Arcos para motoristas de Navarra y la CAV. Toda iniciativa imaginativa será bienvenida para mejorar el ecosistema vial, tan expuesto aún a la irresponsabilidad.