los datos del empleo en septiembre han vuelto a ser buenos para Navarra. El paro bajó en 646 personas, lo que deja la cifra total de desempleados en 30.437. Y en términos interanuales ha descendido en 2.678 personas sobre septiembre de 2018, un 8,09%, la caída más acusada porcentualmente del conjunto de comunidades. Navarra ya lideraba las menores tasas de desempleo del Estado en los últimos años con el anterior Gobierno de Barkos, después de que UPN dejara el paro en sus máximas cotas históricas. Es cierto que la variabilidad estadística, y más en el mercado de trabajo, ofrece siempre datos interpretables y que los lastres de temporalidad y precariedad, sobre todo en mujeres, jóvenes y mayores de 50 años, siguen siendo negativos. Pero también lo es que Navarra ha aprovechado la dinámica positiva de la economía de los últimos años para impulsar la creación de empleo, mejorar la confianza y aumentar la recaudación tributaria con una política fiscal redistributiva que también le ha situado en los ratios más altos de cohesión social y protección de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Es decir, el Estado de Bienestar de Navarra ha recuperado su fiabilidad tras las políticas de austeridad y recortes que debilitaron las prestaciones de los servicios públicos. Por ello, el Gobierno de Chivite debe ser consciente, ante la elaboración de los Presupuestos de 2020, de que la eficacia y el rigor en la distribución de los recursos públicos y de sus prioridades y la necesidad de una política fiscal equitativa y progresiva en función de la riqueza son fundamentales para que el sistema foral de igualdad de oportunidades, educación, sanidad y atención social de calidad y la máxima integración colectiva del conjunto de la sociedad navarra siga avanzando. Si el techo de gasto para 2020 aumenta en 212 millones y la capacidad de inversión pública crecerá en un 5.1%, expectativas positivas, es necesaria una política de ingresos fiscales capaz de sostener ambas apuestas. La historia advierte que rebajar aún más impuestos a las rentas de capital y patrimonio, que ya tienen suficientes vías de escaqueo fiscal, y al mismo tiempo apostar por una política presupuestaria expansiva del gasto y de la inversión públicas, como anuncia el Gobierno, puede derivar en una situación tan crítica, si la economía se contrae como advierten algunas señales para los próximos meses, como la que dejaron como herencia los dos últimos gobiernos de Sanz y Barcina, con las arcas forales a cero y Navarra prácticamente en una quiebra financiera.