a evolución de la pandemia de covid-19, contabilizados ya 35 millones de contagios y más de un millón de fallecidos en todo el mundo, exige eliminar con urgencia la frivolidad de la manipulación de su realidad en virtud de intereses particulares, sean políticos o económicos. No se trata únicamente de la enfermedad y la amenaza de salud pública que supone a nivel global, sino también de sus consecuencias socioeconómicas. Si la Comisión Europea ya ha cuantificado la afección al mercado laboral de la UE en la pérdida de 12 millones de empleos a tiempo completo y el volumen del comercio mundial, según la OMC, podía caer más de un 30%, los verdaderos efectos de la pandemia, aún sin contabilizar, se dejan sentir en los más de 3.400 personas que viven en la pobreza y especialmente en los 700 millones que lo hacen de una forma extrema. Ahora bien, ni cabe asentar en esas consecuencias una pretendida justificación de la no implantación de medidas de prevención sanitaria que solo contribuiría a la prolongación de la pandemia ni es factible ignorar que la toma de decisiones respecto a la transmisión del SARS-CoV-2 debe analizarse también en sus efectos socioeconómicos para no convertir el remedio en otra enfermedad. Acercándolo a Navarra, se trata de compaginar medidas sanitarias y de control efectivas -es importante la responsabilidad colectiva para evitar una nuevo confinamiento y la paralización de actividades-, con la progresiva normalización social y económica y con el control y contención de la pandemia hasta que la ciencia proporcione certezas contra el coronavirus en forma de vacuna. Es cierto que el baile de cifras y de datos estadísticos y la ubicación de Navarra en índices altos en la evaluación de parámetros sobre la incidencia del coronavirus en el territorio exigen medidas específicas. Y así se han ido tomando tanto en el conjunto de la geografía foral como en localidades concretas -Peralta, Falces, Funes, San Adrián-, en las se ha reducido la movilidad. Pero también es cierro que la incidencia sanitaria en hospitalizaciones, ingresos en UCI y mortandad sigue estando, en esta segunda ola de la covid-19, muy lejos de lo ocurrido la pasada primavera, en el momento d su irrupción. Son cifras que avalan la actitud general de la sociedad navarra y la gestión de quienes ejercen la responsabilidad de sus instituciones pero que, desde la prudencia, siguen apuntando a mantener la exigencia en el compromiso individual por el bien común.