avarra se enfrenta a medio plazo al reto de gestionar el envejecimiento de la población. La tendencia demográfica, con una caída en el número de nacimientos, una primera maternidad a edad más tardía y una expectativa de vida que se sitúa en torno a los 84 años, dibuja un escenario en el que, al hilo de lo anterior, trasluce también un incremento de los hogares unipersonales. Los datos más recientes señalan que uno de cada tres navarros vive solo y que la mitad de estos tienen más de 65 años de edad. En unos casos, es una soledad elegida; en otros, es consecuencia de factores naturales como la emancipación de los hijos o el fallecimiento de las personas con las que se convive. En la Comunidad Foral, un total de 69.300 personas viven solas, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), que en 2019 suponían el 27% de la población. En el conjunto del Estado la cifra se dispara por encima de los cuatro millones. De mantenerse la tendencia, en el año 2035, más de 272.889 hogares navarros alojarán a una sola persona, un 5,45% más que a principios del presente año. Ese sobreenvejecimiento de la población es un aviso tanto a nivel social como económico y obliga a implementar medidas y recursos. No se trata solo de estar preparados a nivel asistencial, parece conveniente también una orientación individual, no hacer del paso de los años una carga que llevar a rastras como una penitencia, sino llenar de contenidos esos años. En el caso de quienes se quedan solos, ofrecerles un abanico de opciones que llene su tiempo libre y darles la oportunidad tanto de mantener una relación cotidiana con otras personas, como de saberse útiles a la sociedad en la participación de diferentes programas. Los expertos se decantan por un envejecimiento activo y saludable, no solo en el plano físico sino también en el emocional. Desde una mirada de género, es importante identificar que la mayoría de hogares unipersonales por encima de esa frontera de los 65 años tiene rostro de mujer, con la carga añadida de que su situación económica es peor que la de los hombres en las mismas circunstancias. Asistimos pues a un reto global que implica a los sectores sociosanitarios y a los servicios sociales, cuya demanda de atenciones irá en aumento. Porque siempre habrá una diferencia entre estar solo y quedarse solo.