falta de unas horas apenas para conocer el balance final de las elecciones en EEUU, la campaña ha alcanzado un punto crítico que no se ciñe solo a la polémica falsa azuzada por Trump hasta última hora sobre la credibilidad del voto por correo, sino que dibuja también interrogantes profundos respecto a las predicciones, casi generales, sobre un previsible triunfo del candidato demócrata, Joe Biden. Todas las encuestas nacionales le dan una notoria ventaja en voto popular respecto a Donald Trump -entre 7 y 9 puntos de ventaja ayer mismo-, pero es preciso recordar las peculiaridades del sistema electoral estadounidense, la elección mediante compromisarios por estados y el hecho de que apenas 80.000 votos en tres estados (Wisconsin, Michigan y Pensilvania) inclinaron la balanza a favor del hoy presidente cuanto todas las encuestas señalaban como favorita a Hillary Clinton en 2016. De hecho, Clinton sumó hace cuatro años tres millones de votos en las urnas más que Trump, pero perdió la presidencia en el voto de los compromisarios electorales de los Estados. Ahora, con 100 millones de votos ya depositados por correo -una cifra nunca antes alcanzada en EEUU-, y a pesar de que los cálculos otorgan ya al tique compuesto por Joe Biden y Kamala Harris el apoyo de 219 miembros del colegio electoral se necesitan 270 del total de 538 frente a los 195 que al parecer se habría asegurado el dueto Trump-Pence, hay al menos seis estados (Pensilvania, Florida, Carolina del Norte, Georgia, Ohio e Iowa) que se consideran aún en disputa y solo dos, de nuevo Pensilvania (20) y Florida (29), otorgan prácticamente la llave de la mayoría necesaria. En el primer caso, el esfuerzo de la campaña de Biden parece concederle cierta ventaja (algo más de cuatro puntos según las encuestas locales), pero en el de Florida el tercer estado más representado en el colegio electoral, tras California (55), Texas (38) y empatado con Nueva York (29) apenas 1,4 puntos separarían a ambos candidatos. Y es preciso recordar que solo en dos ocasiones desde 1924 el principal swing state no ha señalado al ganador, que en 2016 fue clave en la derrota final de Clinton y que en 2000 fue escenario de una impugnación ante el Tribunal Supremo que terminó con la victoria de George Bush sobre Al Gore por solo 537 votos. Tanto es así que los analistas otorgan el 95% del triunfo a Biden si gana en Florida y reducen dicho porcentaje al 60% si no lo hace.