espués de semanas con el número de contagios rompiendo techo, los efectos de la pandemia parecen haber entrado en una esperanzadora fase de estabilización. Un ligero alivio tras tanta presión, pero que no debe hacernos perder de vista que las cifras siguen siendo exageradamente altas y es necesario continuar redoblando los esfuerzos para amansar los efectos de esta segunda ola que parecía, en principio, fruto de un verano permisivo, pero que ha estallado en pleno otoño. El número de fallecidos en el Estado ya ha rebasado el número de 40.000, pero es evidente que el escalofrío que provocaba en las primeras semanas la estadística diaria de víctimas ya no causa el mismo efecto entre la población. Los humanos nos acabamos acostumbrando a todo, aún en las peores situaciones. Con todo, el anuncio de la efectividad de la vacuna de Pfizer ha desatado el optimismo, necesitados como estamos de buenas noticias; y así, ya se habla de la compra de millones de dosis, se especula con el orden social de quienes recibirán primero el antídoto y hasta se barajan fechas para ir recobrando aquella normalidad tan lejana. Tal es el ánimo, que autoridades deportivas vaticinan que en primavera podrán abrir sus puertas a los espectadores los campos de fútbol. Ahora, la cercanía de las Navidades parece que puede ser un condicionante para rebajar las restricciones, aunque el Gobierno de Navarra ya ha recomendado que las fiestas sean "más íntimas", apelando una vez más a la prudencia. La próxima semana (el día 18) caduca el plazo para revisar las últimas restricciones adoptadas por el Ejecutivo foral y habrá que ver si a tenor de los datos opta por iniciar una leve desescalada. Sin embargo, las autoridades sanitarias y políticas tienen ante sí un dilema por la inminencia de unas semanas que pueden reactivar la actividad comercial y dinamizar la economía. La disyuntiva es la que ha venido marcando el ritmo en la toma de decisiones: proteger la salud (y el sistema sanitario) o salvaguardar la economía. Hasta el momento nadie ha dado con la fórmula que haga compatible lo uno con lo otro. En realidad, todo podría salir mejor si la ciudadanía se adaptara a las normas, si no quisiera ir más lejos recobrando los hábitos anteriores antes de tiempo.