a intervención prevista en el edificio de los Caídos de Pamplona resulta decepcionante a todos los niveles. Desde el punto de vista urbanístico por su falta de ambición en la transformación de un espacio urbano muy potente en el centro de la ciudad y que conecta dos barrios como son Ensanche y Lezkairu. También en su simbolismo porque todo apunta a que no va a servir para resignificar un monumento de exaltación del fascismo. Y, desde el punto de vista formal, al quedar el proyecto en manos de una derecha con demasiados complejos que, además, evita cualquier consulta ciudadana. El plan de mínimos que acaba de encargar Navarra Suma para "la reforma y adecuación del edificio de los Caídos y la reurbanización de su entorno urbano", va a costar la friolera de 753.225 euros (solo el proyecto), viene recogido en un pliego esquemático de actuaciones que nada tiene que ver con el programa que impulsó el anterior gobierno municipal: un concurso de ideas internacional con siete propuestas seleccionadas.Propuestas innovadoras con las que se pretendía llegar a un consenso social y político entorno a dos o tres proyectos y a partir de ahí decidir la ganadora. Nada de esto va a ocurrir porque Navarra Suma, con el beneplácito del PSN, quiere pasar por encima de su propio compromiso de legislatura con su socio presupuestario, con una propuesta que no puede ser más pobre ya que plantea una sala polivalente cultural y expositiva como la que abrió Barcina en su momento, la apertura de un bar y un mirador en la cúpula, y la reurbanización de la plaza que mantiene el arbolado, el estanque y parterres colindantes que, eso sí, se rediseñan unificando rasantes. Básicamente el único aporte es la peatonalización total de la Plaza de la Libertad. Por supuesto nada se habla de dignificar el cilindro central. Atrás quedan ideas brillantes como las que aportaron los arquitectos que abogaron por la transformación del edificio como "casa de todos" (ayuntamiento y salón de plenos), un centro de resolución de conflictos, un museo de la cultura navarra y los Sanfermines -añadiendo un edificio al ábside-, un haya de 35 metros con los nombres de los represaliados en el interior de la cúpula, la creación de un edificio memorialista desapareciendo las arquerías... En el pliego se habla de "dar cumplimiento" a la Ley de Memoria Histórica. Desconocemos cuál será la gatera para no tener que mojarse. El edil Juan José Echeverría ya aseguró hace un año que el edificio no se derribará pero está claro que tampoco se quiere resignificar.