a generación que ha tirado del desarrollo económico del país, que ha contribuido en primera línea a su modernización (que ha sufrido también en sus propias carnes los efectos de la crisis), esa gente entre los 44 y los 64 años se ha convertido en un problema. Los baby boomers, la población que ensanchó la pirámide demográfica, se aproximan a la edad de jubilación y los cálculos presagian serios problemas para que el sistema de protección pueda atender a tantos beneficiarios. Los avances en materia médica han prolongado el horizonte de vida más allá de los ochenta años, con lo que a la obligación de atender a un altísimo número de población se suma el de una clase pasiva con largas expectativas de vida. Así las cosas, el acuerdo cerrado entre el Gobierno y los sindicatos CCOO y UGT (sin el respaldo, por el momento de los empresarios), trata de buscar el sostenimiento de esas pensiones a las que la coyuntura actual no puede dar respuesta con los ingresos estimados. Esta nueva fórmula, que trata de incrementar los fondos de la caja subiendo las aportaciones de trabajadores y empresas, no se antoja una solución a largo plazo, al menos mientras no cambie la estructura del mercado laboral. Para empezar, la base de la pirámide demográfica ha ido adelgazando hasta generar una preocupante inestabilidad en la estructura, con un descenso en los nacimientos que parece, según las últimas prospecciones, que solo aumentará con la aportación de la inmigración. La maternidad se sigue retrasando en edad porque, entre otras cosas, ni las ayudas animan a tener más hijos ni muchas mujeres están dispuestas a sacrificar en su mejor edad una carrera profesional por la que tanto han luchado. Por otro lado, el mercado laboral genera empleos con salarios más modestos, sobre todo para los jóvenes. El ejemplo es palmario: un trabajador que se jubila en 2021 lo hace con una pensión media de unos 21.000 euros anuales, cifra a la que no llega la mayoría de trabajadores menores de 30 años en Navarra. La sostenibilidad del sistema de pensiones está conectada a la capacidad de generar riqueza de su base socioeconómica, pero aunque la economía va sorteando los obstáculos de estas crisis de principios de siglo y aún apuntando a la recuperación y el crecimiento, el futuro de las pensiones requiere de compromisos más amplios.