L desolador fracaso de los dos alto el fuego pactados por Kiev y Moscú con el objetivo de abrir corredores humanitarios por los que evacuar a miles de personas que intentan huir de los intensos bombardeos rusos sobre varias ciudades ucranianas pone de manifiesto las verdaderas intenciones de Vladímir Putin de convertir a la población civil en objetivo de guerra y elemento de negociación y las grandes dificultades para un acuerdo que ponga fin a las hostilidades. Aunque ambas partes se culpan mutuamente de la ruptura de las treguas, lo cierto es que Rusia ha redoblado sus ataques bombardeando con saña durante estos periodos los lugares establecidos como corredores humanitarios. La situación para la ciudadanía en las zonas asediadas es dramática. En algunos casos la población lleva varios días sin agua, luz, calefacción y otros servicios básicos y ha sido atacada cuando pretendía huir del horror. En este atroz escenario, los negociadores ucranianos y rusos se reúnen hoy por tercera vez, con escasas esperanzas de que puedan alcanzar acuerdo alguno. Sin embargo, es obligado un esfuerzo al menos por establecer corredores humanitarios seguros bajo altos el fuego supervisados para las decenas de miles de personas atrapadas, aterrorizadas y sin recursos. Son ya más de millón y medio los ucranianos que han abandonado su país en los últimos días, un éxodo relámpago inédito en la historia. Putin es el máximo responsable de esta grave situación que entra de lleno en los supuestos contemplados como crímenes de guerra por los que el líder ruso quizá pueda ser juzgado y condenado en el futuro. Putin no es fiable. Ha mentido de manera descarada desde el inicio de la escalada del conflicto. Negó que Rusia fuera a llevar a cabo una invasión, ha negado los bombardeos, miente sobre el ataque a la central nuclear de Zaporiyia y lo hace también so-bre el origen, causa y desarrollo de su brutal ataque, al tiempo que impone una férrea censura que impide cualquier atisbo de crítica en su país y que ha provocado que la prensa internacional abandone su labor. Sus amenazas son constantes y ha reforzado su ofensiva, indicando que no se detendrá hasta que Ucrania se rinda. La presión internacional, las sanciones y las vías diplomáticas deben redoblarse en la misma me-dida en que Rusia aumenta su ataque sobre Ucrania y su indefensa población.