a guerra en Ucrania parece estar dando síntomas de estancamiento cuando se cumplen hoy tres meses desde la ilegal invasión por parte de Rusia. Un estancamiento que no le resta un ápice de brutalidad a la tragedia que está viviendo el pueblo ucraniano en plena Europa. Bien al contrario, el mantenimiento durante este periodo del conflicto bélico en toda su crudeza incrementa el número de víctimas mortales, la destrucción de pueblos, ciudades e infraestructuras básicas, el sufrimiento, las dificultades para sobrevivir y la escasez de alimentos con serio riesgo de hambruna y el incremento de desplazados y refugiados desde el inicio de la invasión, a lo que hay que añadir su repercusión social, económica y geopolítica en todo el mundo. Más de cinco millones de ucranianos han huido de su país y más de siete millones han tenido que abandonar sus hogares y se han reubicado dentro de su territorio. La gravísima crisis humanitaria, cuyo impacto emocional, afectivo y solidario en las sociedades europeas y su ciudadanía va disminuyendo en intensidad conforme se alarga la guerra -cada vez más circunscrita al Donbás-, es la consecuencia más trágica de un conflicto cuyas expectativas en cuanto a duración son a día de hoy tan inciertas como poco halagüeñas. Noventa días de desigual guerra permiten analizar con cierta perspectiva el origen, desarrollo y posibles consecuencias del conflicto. Graves errores y algunos aciertos se entremezclan en la gestión de esta crisis. Los líderes y gobernantes internacionales primaron durante décadas los intereses económicos, desdeñaron el apoyo que brindaban a un tirano peligroso como Vladímir Putin e infravaloraron gravemente la amenaza que suponía. El líder ruso, por su parte, tampoco supo medir ni la capacidad militar ni de resistencia del pueblo ucraniano ni el apoyo que está teniendo Kiev por parte de Europa, EE.UU. y la OTAN. El mundo ha visto el verdadero rostro de Putin y la seria amenaza que supone -la unidad mostrada por la UE y la solicitud de entrada en la Alianza Atlántica de los tradicionalmente neutrales Suecia y Finlandia es claro ejemplo de ello- y está dispuesto a hacerle frente. En este escenario, la duración de la guerra va a ser clave, aunque no se atisban posibilidades de una posible salida negociada, a la espera del desarrollo y posible desenlace bélico en el Donbás, que sería el punto de inflexión que pueda inclinar la balanza.