La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, proyectó un discurso sobre el estado de la Unión ante el pleno de la Eurocámara que entronca con el valor original del proyecto de construcción europea y su orientación hacia un modelo de convivencia en democracia, observancia de la igualdad y los derechos, cohesión social y bienestar ciudadano. Inmersos en la crisis más severa en la última década, el mensaje de la Comisión ha fortalecido el modelo de Europa Social frente a la tentación de una cierta tendencia discursiva a apuntalar una mera Europa de los mercados tras la traumática salida británica y las tensiones energéticas. Hoy, Europa afronta la necesidad de consolidar su independencia en términos de sostenibilidad económica, energética, financiera y social. Y ninguno de esos ámbitos puede quedar en un segundo plano en beneficio de soluciones de corto plazo. Von der Leyen sitúa a la ciudadanía y su bienestar en el centro de la acción solidaria de los socios de la Unión. Esto implica garantizar unos estándares de calidad y acceso a condiciones vitales dignas que deben redundar en acelerar la transformación del modelo de crecimiento y no a ralentizarlo. La sostenibilidad pasa por la autosuficiencia energética y esta implica una apuesta firme y sin dobleces por modelos de generación renovables, con independencia de que la inmediata garantía de acceso a la energía de empresas y ciudadanos obligue a contemplar alternativas menos sostenibles. Pero siempre coyunturalmente y con fecha de caducidad. El reto energético debe ser sostenible o fracasará. Debe propiciar el desarrollo económico sin comprometer el entorno ni la viabilidad de las estructuras productivas y generadoras de empleo. Debe satisfacer la estabilidad de las sociedades europeas que se encuentran comprometidas con el proceso democrático, la igualdad y la cohesión social. La carencia es enemigo de los derechos y también de la innovación y del desarrollo económico. Europa no saldrá de esta encrucijada apostando por otro tránsito de “hombres de negro” como no lo hará entregándose a dogmatismos ideológicos ni a populismos interesados. El principal activo de la democracia es el bienestar y la estabilidad que debe aportar. Ahí, la partida se juega en términos de corresponsabilidad. No es un juego de ganadores y perdedores.