Yo definiría la música callejera de estos Sanfermines de ruido rítmico. Es la música más primitiva. Es el tam tam de los tambores. No es melodiosa ni acariciante, sino todo lo contrario. Es rústica y agresiva. Es puro ruido. Sus autores no han estudiado ni armonía ni composición ni nada que se parezca a estética auditiva. Es sólo únicamente ruido.

Quiero suponer que nuestros munícipes no habrán contratado esos alardes ruidosos y si ha sido la expresión voluntaria de unos señores, por lo menos durante el día, habrá que respetar la libertad de cada cual. Por la noche, no hay derecho a que ese bestial ruido nos prive del placer del sueño.