Se preguntaba ayer el exconsejero Francisco Iribarren en la comisión parlamentaria que investiga las inversiones fallidas de Sodena qué podía salir de nuevo sobre la compra en Bolsa del 1% de acciones de Iberdrola 14 años después de aquella decisión. Y se trata precisamente de eso. De reconocer, al menos, que la decisión del Gobierno de UPN de invertir en 2005 -estaban entonces Sanz y el mismo Iribarren por allí- dinero público en la compra de esas acciones de Iberdrola en la Bolsa fue una operación especulativa. Y en su caso aclarar la verdad de cómo se llegó a aquello. Optó por jugarse 175 millones de euros a la ruleta bursátil, con la cobertura financiera de Can, en una operación que cuestionó la Cámara de Comptos sin que se le hiciera caso alguno. Se insinuó incluso que esa operación valdría un sillón para Navarra en el consejo de administración de la energética. Tampoco eso ocurrió. De aquella decisión errónea y pueril, las arcas forales acabaron perdiendo casi 20 millones de euros. Iribarren defendió, como hizo entonces y ha mantenido en este tiempo UPN, que la operación era rentable porque las plusvalías del valor de las acciones superarían el coste de adquisición, pero era sólo una burda justificación que no se cumplió para tratar de encubrir esta metedura de pata, otra más de aquellos tiempos de bonanza y juerga económica en el que se despilfarraron decenas de millones de euros de las arcas públicas. Sin olvidar que ese dinero permaneció hasta 2014 inmovilizado en los vaivenes de la Bolsa, lo que impidió su uso en prioridades presupuestarias productivas, más cuando la crisis afectaba ya a la calidad de servicios públicos básicos como la salud, la educación, la atención social o las infraestructuras como la extensión del Canal de Navarra a la Ribera o las carreteras. No hubo una explicación mínima entonces a la sociedad navarra, y sigue sin haberla. La compra de esas acciones no fue una inversión fallida más de Sodena. Fue una apuesta en la juerga especulativa bursátil para paliar la caída de ingresos fiscales tras la bajada de impuestos electoralista que aprobó UPN sin sentido alguno y también un acto de amiguismo político para favorecer intereses políticos y económicos particulares con dinero de todos los navarros y navarras.