el Parlamento de Navarra finalizó ayer la Legislatura como la comenzó: aprobando una declaración institucional en la que Navarra reitera su rechazo a las maniobras militaristas con fuego real en el Polígono de Tiro de Bardenas y exige el desmantelamiento de este enclave ubicado en una Reserva Natural. No es nada nuevo, es cierto. Es el enésimo pronunciamiento en este sentido u otros similares. Pero no es una declaración política menos. Coincide esta vez con el cuarto aniversario de la matanza humana en Yemen que protagoniza el régimen de Arabia Saudita. O con el octavo año desde que comenzó la guerra en Siria. Son apenas dos ejemplos de los muchos conflictos olvidados y crisis humanitarias desatendidas que asuelan el mundo. El problema es que en esas maniobras militares se prueba armamento que luego el Estado español vende a estados que vulneran los derechos humanos y las reglas mínimas de la ética humanista por sistema. Maniobras para preparar guerras crueles en las que las víctimas son casi siempre civiles inocentes. En Yemen, un tercio de los bombardeos aéreos son sobre escuelas, mercados y hospitales. Son los infames daños colaterales que se ensayan con fuego real en Bardenas. Arabia Saudí, una teocracia que abona el terrorismo yihadista y el fundamentalismo islámico, es sólo una de ellas. Se utiliza una parte del territorio común de todos los navarros y navarras para el negocio de la muerte a cambio del silencio sumiso y cómplice comprado por unos pocos dinares de euros a la voluntad democrática de la mayoría de la sociedad. El desarrollo y el futuro de la Ribera no necesita de esas migajas para seguir avanzando en positivo. Lo dijo ayer el alcalde de Castejón, David Álvarez Yanguas, aprovechando que la Mesa y la Junta de Portavoces del Parlamento se reunían en la localidad. Al contrario, es ese tipo de dependencia la que limita sus propias capacidades económicas y sociales a costa de un plato de lentejas inmoral.