de todas las mentiras que han tratado de sostener el falso discurso del Apocalipsis en Navarra desde los partidos de la oposición hay una que resulta especialmente hiriente e indignante. Es la que airea el ruido de lo que UPN, PP y PSN han llamado la imposición del euskera. Es una falsedad inaceptable que sólo busca confrontar a los navarros y los territorios de Navarra unos con otros. No hay imposición del euskera en la educación -tampoco en la Ribera como sabe cualquier navarro o navarra que habite allí-, ni en la Administración foral ni en otras administraciones públicas ni en el ámbito del trabajo. Ellos mismos se descubren ante el reflejo en el espejo de la realidad objetiva. El problema de la mentira como argumento político es que necesitan de sucesivas mentiras y al final, lo dice el refrán popular, antes se coge al mentiroso que al cojo. Lo que sí es cierto es que ha sido contra el euskera toda la política desarrollada durante años desde el Gobierno por UPN y así lo han denunciado lingüistas y académicos de todo el Estado, las instituciones europeas e incluso sentencias judiciales. El único territorio de la UE que ha legislado sistemáticamente contra una de sus lenguas propias incumpliendo todo tipo de acuerdos internacionales. Su objetivo hoy es el de siempre: impedir la recuperación y normalización social del euskera en Navarra. En Navarra se puede saber euskera por ser lengua materna y familiar, lo que ocurre a miles de navarros y navarras, o por aprendizaje, bien por apego a esta lengua navarra o bien por cualificación profesional. Como el inglés, el francés, el chino o el alemán. A nadie en ningún lugar de Navarra se le impone la enseñanza o el aprendizaje del euskera. De hecho, desde que se extendió la posibilidad de estudiar en euskera también a la mal denominada zona no vascófona, unas 200 familias han optado de forma voluntaria por esa vía. No parece que eso sea imposición, sino libre voluntad de las familias para elegir el modelo educativo de sus hijos e hijas. Tampoco, por supuesto, es verdad que el euskera sea obligatorio para trabajar en las administraciones publicas -en muchos puestos y zonas puntúa menos que otras lenguas extranjeras o ni siquiera puntúa-, empresas o comercios. Otra impostura más. Hablar de imposición del euskera, de discriminación o de sectarismo es simplemente mentira.