Fin de la fiesta. Al menos en Pamplona, porque pueblos y ciudades de toda Navarra toman el testigo. Vuelve la política. Después de este paréntesis, los partidos implicados en la formación de un gobierno de progreso retoman las conversaciones que dejaron aparcadas el 5 de julio. Conformado el programa, el siguiente paso es dibujar la estructura de Gobierno, el reparto de carteras, las cuotas y los nombres. Un encierro este (de encerrarse a negociar) que tiene fecha de apertura del portón mañana martes y en el que la mayoría de navarros y navarras desea que los implicados tengan la altura de miras de un gigante y que no se comporten como cabezones o cabezudos. Que encuentren, vaya, el mismo compás que ha marcado La Pamplonesa en estos días y que no terminen por devolver al corral este difícil toro que deben lidiar entre los cuatro emplazados (PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E). Porque ya saben cuál es la diferencia entre que les paseen a hombros o les corran a almohadillazos, que de todo ha habido en los últimos años. Sin olvidar que no hay procesión sin santo ni gobierno sin abstención (de EH Bildu). Y, sobre todo, que no condenen a la Navarra de izquierdas y progresista a entonar durante cuatro años un lastimoso pobre de mí.