que la tecnología va condicionando poco a poco nuestras vidas y apropiándose de parcelas hasta ahora inherentes a nuestra intimidad es casi ya una tautología. El éxito de FaceApp, la aplicación que utiliza inteligencia artificial para envejecer un rostro y mostrar una imagen realista, ha puesto en evidencia las invasivas y antiéticas estrategias de muchas de estas empresas. El truco es tan sencillo que, al instalarla, se advierte de que todos nuestros datos serán utilizados e incluso cedidos a terceros, por lo que se pierde el control. Pocos usuarios notan la trampa. Aunque las aplicaciones suelen avisar, es un proceso que casi ningún usuario leen o entienden y aceptan sin pensar en las consecuencias. Algunos programas para móviles pueden incluso no necesitar ni siquiera el consentimiento explícito y burlan las legislaciones (y el pago de impuestos) por estar radicadas en países poco garantistas con los derechos de los consumidores. La principal tienda de aplicaciones con logotipo de manzana mordida dispone de unas 88.000 aplicaciones registradas, pero miles de aplicaciones -unas 13.000 según los expertos- burlan las limitaciones y nos espían, aunque no se les autorice expresamente. Mucha gente se está llenando los bolsillos a costa de nuestros datos y nuestra intimidad. Ya se sabe que cuando algo es gratis el producto eres tú.