La estrategia del discurso del odio siempre acaba en tragedia. Quien siembra odio solo pretende recoger violencia y muerte, y tristemente lo consigue, sin importarle contra quién, siempre víctimas inocentes. Las últimas matanzas ocurridas este fin de semana en Estados Unidos, en un centro comercial de la zona de El Paso, en Texas, y en un bar de Dayton, en Ohio, con casi 30 muertos por disparos, llevan el debate más allá de la legalización o no del uso de armas en Estados Unidos, porque entroncan directamente con las terribles consecuencias de las políticas migratorias y el discurso racista del actual presidente, Donald Trump, sobre todo hacia los inmigrantes hispanos que cruzan la frontera de México, en muchos casos familias enteras que buscan asilo en ciudades fronterizas como El Paso, donde ocurrió la brutal matanza. Qué pasa por la mentes de los asesinos en el momento de matar casi siempre es un enigma, pero esta vez, como otras tantas, hay más que indicios, incluso un manifiesto firmado por el autor de una de las matanza, de que la intención final tenía mucho que ver con el repetido mensaje racista de Trump de “limpiar al enemigo” y defender América de lo que llama “la invasión” al referirse a las personas migrantes. Da miedo tanto odio y más sus terribles consecuencias.