Tras el traspaso de poderes de ayer entre Barkos y Chivite -el más ordenado de la historia, entre otras cosas por la aprobación esta Legislatura de una nueva legislación que lo regula-, la líder del PSN tomará hoy posesión de su cargo como nueva presidenta de Navarra y pondrá punto final a un proceso de investidura que se ha prolongado más de dos meses. De una forma u otra, Navarra abre otro ciclo político con un Gobierno de coalición entre PSN, Geroa Bai y Podemos con el apoyo externo de I-E. Un Gobierno en minoría con 23 escaños de 50 con una situación compleja en la gestión política y parlamentaria diaria. Una complejidad que exigirá a Chivite y Barkos poner en juego sus capacidades políticas y personales para seguir tejiendo confianzas que permitan alcanzar acuerdos que hagan viable la puesta en marcha de sus compromisos de Gobierno. En buena medida, el nuevo Gobierno de Navarra mantiene la apuesta que se inició en 2015, con el Gobierno de cambio político y social, de abordar las reformas que demanda la sociedad navarra para afrontar las necesidades de este siglo XXI. Y también seguir construyendo nuevas prioridades que posibiliten afrontar con garantías el futuro de las nuevas generaciones. En 2015 no había nada hecho, solo un erial político y financiero heredado de los últimos gobiernos de UPN. Ahora hay un buen trecho del camino recorrido y Navarra está hoy mucho mejor que en 2015. Pero sigue quedando mucho que hacer. El recorrido no será fácil. Habrá aciertos y errores. Y afrontar el camino exige de diálogo y acuerdos amplios y plurales, al menos a mi juicio, con EH Bildu como interlocutor preferente. Navarra Suma ha protagonizado una penosa investidura de la mano del PP y Ciudadanos, que han impuesto a Esparza un discurso diseñado para la batalla política en Madrid a un discurso propio que asuma y trabaje en la realidad de Navarra, no que chapotee en esa falsa imagen creada política y mediaticamente de una Navarra irreal. UPN tiene mucho que reflexionar sobre su futuro político. Se ha situado por una mala táctica fuera del juego político en Navarra. Porque ocurra lo que ocurra, Navarra ya no tiene vuelta a ese pasado que siguen añorando con una nostalgia inútil. Y la presidenta Chivite y su Gobierno, un importante trabajo por delante. Los retos de este turbulento presente son muchos.