cambio de año y por tanto momento de fijarse metas. Mejor diferenciar entre los deseos posibles porque mayormente dependen de nosotros con la debida dedicación, los teóricamente imposibles pero tal vez factibles con un golpe de suerte desde la premisa del esfuerzo y los directamente irrealizables. Catalogación realista para no condenarnos a la frustración mezclando anhelos a nuestro alcance con ensoñaciones. Desde la premisa de que los deseos bien entendidos se conciben para acrecentar la felicidad propia y la de la gente que nos importa. No confundir con antojos en el sentido de caprichos, inoculados por nuestra pulsión consumista y abocados a la permanente insatisfacción, pues siempre hay bienes superiores que pretender. Nótese también la necesidad de cribar los objetivos estrictamente personales de los inferidos por el entorno, por todo lo que los demás esperan de nosotros. Se trata esencialmente de intentar cumplir con las expectativas razonables fijadas desde nuestra voluntariedad y de acuerdo a nuestras prioridades, no de las impuestas desde el exterior. Todo ello exige un proceso de introspección para someternos a una autocrítica exigente y a la par compasiva, sin flagelaciones excesivas. Y bajo el impulso de la sana ambición de crecer pareciéndonos más a lo que quisiéramos ser y sentir. Apartando de nosotros los odios y las envidias que dilapidan el tiempo restante y la energía que nos quede. Mi deseo para ustedes, que acierten al establecer los suyos y que se les materialicen cuanto antes los más urgentes.