Enhorabuena a todo aquél que haya sobrevivido con dignidad a las indigestas uvas, los grotescos e incómodos disfraces y la resaca de la primera noche del año. Aún les (nos) queda el esprint final de unas fiestas consumistas y cargadas de impostura en forma de compras compulsivas y las más de las veces innecesarias. Para remate de las Navidades, el calendario político -condicionado por el judicial- nos ofrece el remate de una investidura inédita en fin de semana obligada por las circunstancias. A la espera de que las bases ERC y PSOE ratifiquen el ambicioso pacto progresista para regenerar la política todo hace pensar que el día 7 estrenaremos gobierno de coalición presidido por el impetuoso Sánchez. Inédito histórico e ilusionante. Con un programa valiente e inequívocamente de izquierdas. Tras más de un año de interinidad, desesperanza y desánimo con la política, el nuevo Gobierno tienen la obligación de dejar atrás la resaca de dos legislaturas con la derecha de timonel y demostrar a la ciudadanía que la fórmula de coalición que gobierna con éxito en muchas ciudades y comunidades -Navarra es claro referente- puede y debe tener éxito en España. Dificultades no le van a faltar pero su faro debe estar orientado recomponer la maltrecha confianza en la política entendida como instrumento al servicio de la ciudadanía y de la resolución de sus problemas.