Me van pasando los años en este trabajo de periodista y nunca acabo de acostumbrarme, y menos entender, esa especie que abunda en la política que se empeña constantemente en el no por el no. La respuesta a las demandas y necesidades de los ciudadanos se responden siempre con un no rotundo, fanfarrón y expeditivo. El no siempre es una actitud en la que prevalece lo negativo sobre lo positivo. Que genera problemas y entorpece las soluciones. Lo contrario a lo que se supone que debe ser la política como servicio público. Lo digo ahora a cuenta de la actuación del consejero Gimeno en dos cuestiones del ámbito educativo. Su negativa a abrir una línea en euskera en Mendigorría pese a que la demanda de las familias por este modelo supone el 43% del total, 6 de 14 alumnos para el próximo curso en la escuela de la localidad. No tiene un pase. No hay ningún impedimento legal para aceptar la demanda de esos padres y madres para que sus hijos estudien en el pueblo. Es decir, se les discrimina injusta e innecesariamente. Y contradice la posición anterior del PSN en casos similares, como Mañeru cuando gobernaba UPN. Tampoco se entiende la negativa igual de rotunda a atender la demanda del centro público de Castejón de abandonar el PAI. Hay muchas localidades, sobre todo en el sur de Navarra, en que es la única oferta educativa y pese a las dudas de profesores, familias, lingüistas y exalumnos -en el conjunto del Estado, no solo en Navarra- sobre sus resultados académicos se impone por el artículo 33 sin otras alternativas. Quizá Gimeno haya olvidado que forma parte de un Gobierno de coalición, en el que tres de sus miembros -Geroa Bai, Podemos e I-E- suman 12 escaños por los 11 del PSN. No es un gobierno monocolor de mayoría absoluta. Ya no está en la oposición al Gobierno de Barkos como los últimos cuatro años. Ahora conforman un mismo Gobierno. O quizá simplemente esté jugando el papel de policía malo con su Gobierno y de policía bueno con Navarra Suma, que le aplaude con facilidad por esa estrategia. Lógico, si sus decisiones en este ámbito se parecen mucho a las de Maya en Pamplona contra la demanda de las familias del O-3 en euskera. Y más aún si se trata de mantener encorsetado el euskera en el mismo limbo en que ellos lo han intentado encerrar durante décadas. He leído que también dice no a ofertar el Modelo D en el nuevo centro escolar de Lezkairu. Sería otra tropelía absurda.