as canciones de Pau Donés celebran la vida. Lo hizo hasta el último suspiro. Cantando y bailando. Ya que estamos de paso, no nos amarguemos (o no lo hagamos más de la cuenta). Quienes le conocieron destacan su sentido hedonista, el afán por exprimir las cosas buenas de la existencia. Porque vivir, estar vivo, cobra un valor incalculable cuando durante semanas un escalofrío nos sacudía el cuerpo cada mañana con la enumeración de personas fallecidas por coronavirus. Respirar con el miedo pegado al cuerpo es muy difícil, y ya es complicado hacerlo con una mascarilla protegiendo la boca y a la nariz. De esta dura experiencia, la gente de más edad ha tomado como hábito el preservarse ante peligrosos contagios; en su caso, se trata de sobrevivir, de regatear a un virus casi invencible para su organismo. Tan difícil de destruir como el germen del racismo. Y las vidas de los negros importan, claro. Todas las vidas importan, pero la persecución, el maltrato, la degradación y la violencia contra la población negra en algunos lugares destapa a los supremacistas que creen que su vida, la de su raza, es la única que importa. Con la muerte pisándole los talones, Pau Donés compuso una canción en la que reflexiona: Ahora que solo el ahora/es lo único que tengo. Y TVE la eligió como sintonía para una de sus series más populares: Estoy vivo. Así que vivamos. No queda otra.