ue vienen meses muy duros ya es sabido. Pasada la falsa euforia de la desescalada, ha vuelto todo a la dura realidad del coronavirus. De hecho, esos meses duros están aquí desde hace semanas. No hay nada nuevo casi nunca en esas reiteradas comparecencias de dirigentes políticos. Casi siempre se limitan a reprendernos o abroncarnos porque no nos portamos como deberíamos, a anunciar nuevas y más duras restricciones como consecuencia de esa irresponsabilidad que señalan como colectiva, pero no lo es y, como consecuencia de todo ello, a profetizar unos malos tiempos que conforme pasan los días empeoran más. Las homilías políticas no van a solucionar la crisis sanitaria y social que ha generado y genera la covid-19. La intervención institucional del presidente Sánchez ayer no aportó nada nuevo respecto a lo habitual. Malos tiempos y disciplina social. Tampoco la que protagonizaron el vicepresidente Remírez y la consejera de Sanidad, Santos Induráin, que se limitaron a exponer un mensaje similar. Y en el caso de la consejera Induráin, nada nuevo que no hubiera dicho en sus dos comparecencias anteriores esta misma semana. Tras meses de llamamientos y advertencias insistentes y reiterativas, la sociedad, al menos en su gran mayoría, es muy consciente de la situación de la pandemia, de sus consecuencias en la capacidad de atención del sistema de salud, de sus consecuencias humanas y socioeconómicas y de sus obligaciones individuales y colectivas. A los responsables políticos hay que exigirles algo más ya. Me repito: sobre todo explicaciones y claridad en la justificación de las decisiones. Algo que no siempre ocurre más allá del argumento de las curvas, la meseta, los datos, las tasas, etcétera. Comparecer ante la opinión pública para informar de cómo estamos, hacia dónde vamos y qué se avecina y durante cuánto tiempo. Informar también de si hay nuevas medidas a la vista. ¿Qué sentido tiene comparecer para no decir nada nuevo y ni siquiera justificar, por ejemplo, por qué Navarra es la única comunidad de nuestro entorno, alguna incluso con peores datos, que ha optado por cerrar la hostelería? O no anunciar que Navarra iba a solicitar la declaración del estado de alarma, como hizo horas después. O si la llegada del estado de alarma supone cambios sobre medidas adoptadas esta semana. Son tiempos, en efecto, de responsabilidades. Hace muchos meses. Y cada cual tiene la suya. A la política cabe exigirle sobre todo eficacia en la búsqueda de soluciones. Y sobre todo, verdades. La verdad es tan efectiva en momentos de crisis excepcionales como la responsabilidad o la disciplina. Unas sin la otra no tienen la misma eficacia. Y la verdad no necesita siempre estar acompañada de mensajes negativos y tremendistas. Se puede explicar también de forma humana, pausada y esperanzadora. Por variar, vaya.