o hay tregua. La efímera felicidad que para algunos ha podido suponer el cambio de año, pensar que 2020 es pasado y las cosas irán mejor en 2021, se ha visto arruinada pronto por las previsiones de la comunidad científica. "Habrá nuevas pandemias", coinciden los expertos y hasta Bill Gates, alzado al olimpo de los visionarios catastrofistas al más puro estilo de Nostradamus. Pasará el efecto demoledor del covid-19, convertido gracias a las vacunas y a las medidas de prevención en una enfermedad endémica, pero llegará otra pandemia, dicen, "mucho peor y más devastadora". Hombre, quizá no es necesario tener un doctorado para presagiar que eso va a ocurrir y basta con repasar lo ocurrido en los últimos mil años con la peste negra, el cólera y la gripe. Los humanos debemos estar preparados para ese nuevo ataque de virus y bacterias, una guerra sorda, soterrada, pero implacable por imprevista en su primera oleada. Pero hay otras pandemias que también deben preocuparnos; me refiero a la de la estupidez, la irresponsabilidad, el egoísmo. Comportamientos por lo que se ve difíciles de contener, reflejados en esas fiestas clandestinas, multitudinarias y desafiantes de estos días. Probablemente las nuevas pandemias sean causadas por virus, abundan los científicos. Vale, pero yo aconsejaría no perder de vista a muchos humanos como factor desencadenante y letal.