a dimisión de Manu Ayerdi era la crónica de un desenlace anunciado. Pero a Ayerdi no le ha obligado a dimitir el llamado caso Davalor. Porque no hay ningún caso Davalor. Ni tan siquiera la coherencia con el cumplimiento de una ley aprobada por unanimidad del Parlamento y utilizada de forma injusta por UPN. Porque, en realidad, Ayerdi sigue sin estar investigado. Simplemente, el Supremo le ha comunicado a través del TSJN, en otra actuación inédita y más que dudosa de ese alto tribunal en este caso, su condición de querellado. El Supremo aún no se ha pronunciado sobre la condición judicial de Ayerdi y ya quizá ni lo haga -pasa la patata caliente a los juzgados ordinarios de Navarra-, pero esa indefinición ha forzado su dimisión. A mi me parece otro escándalo judicial con mucho de interés político y nada de justicia garantista. Obligación jurídica, de momento, ninguna. Ayerdi deja el Gobierno víctima de una de las campañas de persecución política y complicidad mediática más lamentables en Navarra. Sin olvidar que a Uxue Barkos los subterfugios jurídicos le mantuvieron más de cinco años en los tribunales y tuvo que sumar una decena de sentencias y pronunciamientos favorables a su inocencia para que la utilización política de la justicia se agotara. Chivite, pese a las amenazas de Esparza, aún no ha llegado a los confusos caminos de la justicia española, pero está sometida a la misma estrategia de manipulación y acoso como si lo estuviera. Filibusterismo jurídico. Sin fundamento y a costa de devaluar una vez más la imagen de Navarra. Es absurdo y peligroso para las empresas navarras y para posibles nuevas inversiones, y más en una situación excepcional de crisis como la actual. Esparza antepone su interés político personal y UPN el suyo partidista al interés general de Navarra. Su obsesión es desestabilizar Navarra con el único objetivo de llegar al poder. Es una actitud impropia e irresponsable de quien aspira a gobernar Navarra. Una estrategia que devalúa el ejercicio de la política ante la sociedad y mina la credibilidad de los responsables de la gestión de los recursos públicos. Ayerdi se marcha decepcionado y cansado, pero con el reconocimiento de los sectores, grupos, instituciones y empresas con la que ha trabajado directamente estos seis años y medio en el Gobierno, primero como vicepresidente de Uxue Barkos y ahora como consejero de Desarrollo Económico de Chivite. También acumula críticas sindicales y políticas, claro. Pero espero que la justicia sea justa con Ayerdi y que la vida la siga abriendo caminos profesionales donde desarrollar su actividad y conocimientos. Incluso este agur puede ser solo un gero arte. Y si Navarra Suma esperaba también abrir una crisis en el seno del actual Gobierno de coalición entre PSN y Geroa Bai y Podemos o en el seno de Geroa Bai, más allá de la política que habita tras las bambalinas, tampoco lo ha conseguido. Ayerdi ya tiene en Mikel Irujo un sustituto acordado primero en el seno de Geroa -también es miembro del PNV como Ayerdi-, y pactado después con la presidenta Chivite. Como expresa el propio Manu Ayerdi en la carta que publica hoy DIARIO DE NOTICIAS la vida sigue. Queda como poso su trabajo y aportación a Navarra, con sus aciertos y errores, en una parte de la balanza y en la otra esa escenificación pública de la peor política que ha protagonizado la obsesión de UPN por el poder.