iden ha anunciado públicamente otra vez la retirada de las tropas estadounidenses de ese país en el próximo 11 de septiembre. Fecha emblemática que coincide con el 20º aniversario de los atentados yihadistas de Al Qaeda a las Torres Gemelas de Nueva York y que motivaron la invasión militar de EEUU y de la OTAN para acabar con régimen de los talibanes que controlaba el país desde 1996. No es nuevo este tipo de anuncios. Llevan años produciéndose uno tras otro, aunque nunca hasta ahora han acabado de cumplirse. En todo caso, supone el reconocimiento explícito de que la invasión de Afganistán hace 19 años fue otra gran mentira al amparo de los intereses bélicos y económicos del entonces todopoderoso Occidente que se ha saldado con un inmenso fracaso. Este conflicto bélico, el más largo en el que ha participado nunca EEUU, era imposible de ganar. Como en Irak, Libia, Yemen o Siria o en diferentes países de África. Más de 3.000 soldados estadounidenses muertos allí -también casi un centenar de militares españoles, que ahora seguirán a la OTAN en el abandono de Afganistán-, miles más de heridos y, sobre todo, cientos de miles de víctimas civiles inocentes, desde ancianos a niños y niñas. Esa guerra nunca tuvo como objetivo la defensa de las libertades y los derechos humanos de los afganos, y menos aún instalar un sistema democrático en ese país. Fue el argumento político para lograr el aval de la ONU y satisfacer las dudas de la opinión pública occidental. Y ni siquiera han estado cerca de cumplirse. Los talibanes siguen controlando unan buena parte del país devastado por décadas de guerras y violencia, y cuentan aún con un apoyo social importante entre la población afgana. De hecho, los derechos de las mujeres afganas apenas han avanzado estas dos décadas de ocupación militar. No ha sido una misión humanitaria -las tropas de EEUU y de la OTAN son responsables directos de masacres de civiles-, ni se ha implantado un gobierno basado en esos valores. Al contrario, la corrupción ha imperado a sus anchas en los gobiernos y las administraciones que se han ido sucediendo bajo amparo de EEUU y Europa. De hecho, el abandono de EEUU volverá a dejar a los afganos y afganas en manos de los talibanes y su aplicación fanática de las leyes islámicas. Abandonados a su suerte como han estado desde que Afganistán se convirtiera, hace ya 40 años, en un territorio más del mundo escenario de la Guerra Fría que libraron EEUU y la desaparecida Unión Soviética. Otra gran estafa política de la que quizá sepamos todo su alcance y verdad si algún día los responsables de estas mentiras que justifican guerras y masacres comparecen ante un tribunal internacional para ser juzgados por crímenes de guerra y genocidio. Los documentos publicados hasta ahora demuestran que al menos tres administraciones de gobierno de EEUU mintieron sistemáticamente durante 18 años a sus ciudadanos sobre la guerra en Afganistán desde 2001. Sin olvidar que, en aras de una presunta seguridad colectiva, en este tiempo se han sacrificado valores fundamentales con decisiones que en muchos casos han supuesto desprecio por la legislación democrática y garantista, así como limitación de derechos políticos y sociales individuales y colectivos. Desde detenciones ilegales a vuelos secretos o la práctica oficializada de la tortura. Toda ha sido otra inmensa mentira.