omo todos los actos amparados por el derecho a la protesta ciudadana, el evento de la Segunda Foto de Colón de las derechas en karrikadantza tras el compás que marca la ultraderecha de Abascal me parece legítimo en una democracia. También me parece infumable y falso. Hay muchas derivadas tras ello. Da para varias columnas. En lo que afecta más directamente a Navarra, incomprensible. Entiendo que UPN se oponga ahora a los indultos a los políticos catalanistas pese a ser una herramienta política y judicial que pueda abrir vías de solución al problema político en Catalunya. Se ha opuesto históricamente a cualquier paso en favor de los avances democráticos sociales, familiares, laborales, políticos, de memoria histórica y de justicia que no coincidieran con sus esencias ideológicas más extremas. De hecho, siguen oponiéndose. Lo de la memoria histórica no les interesa, simplemente no forma parte de su memoria. Es así. Sin más. Un pena. Ahora, al rebufo de Vox, UPN aún da un paso más allá, aunque lo haga medio a escondidas y con sus principales líderes cómodamente lejos de esos focos mediáticos y políticos cutres. Vaya, como si no fuera con ellos el jaleo fracasado de Colón. Mandaron a Sayas, Catalán y García Adanero, quizás para justificar sus jugosos sueldos de diputados y senador. A la fuerza ahorcan, que dice el refrán. La confirmación de que no pintaban mucho allí. Y de hecho, nadie les hizo caso alguno. No sólo intentaron esconderse y pasar lo más desapercibidos posible, sino que cuando eso fue evidente nadie les dedicó un segundo y se tuvieron que autorretratar. Toda una metáfora de su pobre papel político para Navarra en Madrid. La foto la suministraron ellos mismos para dejar constancia que media docena de personas de UPN estuvieron formando parte de aquello que se perpetraba en Colón otra vez. Esparza, presidente, y Maya, vicepresidente, se escaquearon, claro. Si un par de días antes, Ciudadanos, otro socio de la coalición Navarra Suma, reunió en otro acto contra los indultos en Pamplona a una docena de personas, UPN se quedó por debajo en Madrid. Como estrategia de competencia política entre aliados, ni tan mal. Y ni hablo del PP, el tercer socio de esa marca electoral de intereses partidistas, cuyo líder Pablo Casado se llevó el palo de la jornada. Le quitó todo protagonismo el ultra Abascal y los medios que le jalean y los asistentes, o una parte al menos, le abuchearon. Y para colmo, Díaz Ayuso le largó el marrón del día a Felipe de Borbón. Todo perfecto. No sé, sigo pensando e insisto -seguramente sin recorrido alguno-, que UPN es la minoría mayoritaria en el espacio socio político foral y debería tener algo más que aportar y que decir a la sociedad navarra que estas escenificaciones con poco sentido de Estado y ningún valor para los intereses generales de Navarra.