isculpen el titular pero esta plaga de censores a tiempo completo suscita idéntico coraje que a Labordeta los faltones diputados del PP cuando los mandó a esparragar. Esa ola inquisitorial resulta la prueba más nítida de la toxicidad de la extrema derecha, manifestada en Toledo con la retirada del cartel del concierto de Zahara al denunciar Vox una “ofensa a la Virgen”. Lo peor del caso es la claudicación de la alcaldesa socialista, pues en nombre de la paz social -que los liberticidas de guardia persisten en conculcar- da alas a la piara ultra mientras cercena la creatividad artística. La misma en la que se ciscó Instagram al eliminar el anuncio de la nueva película de Almodóvar Madres paralelas, en el que un pezón con una gota de leche dibuja un ojo humano. Así que la carcundia alcanza a los algoritmos que rigen las máquinas cuando se trata de cribar cualquier vestigio de erotismo revistiéndolo de pecado mortal. E ídem puede aplicarse al veto en Sitges al escaparate de la bollería fálica La Verguería, que según el ayuntamiento vulnera la normativa vigente por mostrar penes de chocolate, tan ridículo como suena. Eso sí, máxima exhibición de las pornográficas lágrimas de Messi, lloroso por pasar de ganar 25 millones de euros netos por temporada a 60, prima de fichaje incluida. Para primos, todos los demás.