l pozo de mierda de la corrupción en España no tiene fondo. Es inmenso. De nuevo, Villarejo y sus grabaciones. En este caso con Aguirre y Cospedal. Más de lo mismo. Villarejo: “Prada es un choricete”·. Aguirre: “¡Ése sí lo es! ¡Por eso le eché”. ¡Y Granados también! Alfredo Prada, el tal choricete, estuvo al frente de la Oficina Anticorrupción del PP. Evidentemente, nada podía salir mal y el PP acabó siendo un partido condenado por corrupción y Rajoy perdió el Gobierno y Moncloa. Granados sucedió como presidente de Madrid a Aguirre y tuvo que dimitir por corrupción. Son todos nombres de una inmensa lista de corruptos. La conversación entre el policía de las cloacas Villarejo y Aguirre ahonda en las maniobras para que se archivara la causa contra ella por darse a la fuga tras aparcar indebidamente en la Gran Vía de Madrid. Sin rubor aparecen implicados jueces y fiscales -es a estas alturas lo peor del escándalo-, al servicio de Villarejo, que incluso anotó que Aguirre ofreció pagar con 100.000 euros de la empresa pública Enresa algo pendiente. Más mierda un día después de que nuevas conversaciones inéditas entre Villarejo y Cospedal, secretaria general del PP entre 2008 y 2018, desvelaran sus estrategias en 2013 para tapar la Caja B que manejaba el extesorero del PP Luis Bárcenas e intentar hacer desaparecer la libretita de Bárcenas con los apuntes de sobresueldos y financiación ilegal. Quizá en este caso esos testimonios permitan reabrir el caso Kitchen cerrado en falso y de forma forzada en favor de Cospedal por el juez amigo García Castellón. O quizá nada de esto tenga ya recorrido judicial, como casi siempre. Habrán prescrito los delitos que señalan las conversaciones o se utilizará cualquier subterfugio legal para anular las pruebas o sobreseer los procesos. Por situaciones como las que describen esas conversaciones el PP mantiene secuestrado a un Poder Judicial controlados por una mayoría de jueces afines y bloquea su renovación. Pero ello no impide comprobar el nivel de miseria ética en que se mueven los hilos de la política española. Un sistema de privilegios para unas elites improductivas -empresariales, judiciales, militares y financieras-, que viven de las rentas heredadas, de puestos a dedo en los consejos de administración, del fraude fiscal y de las subvenciones públicas mientras practican un falso liberalismo de boquilla y campan a sus anchas en este desgobierno, ilegalidades y falta total de valores envueltos en la banderita. Y la cómplice ineficacia de unas izquierdas atrapadas en sus luchas internas, pugna de personalismos e ineficacia política total desde hace años, unos por un temor timorato a regenerar la política y otros porque permanecen atrapados en debates dialécticos sin recorrido alguno. Esas grabaciones muestran de nuevo todo un gigantesco entramado de hipocresía, cinismo y falsedades que abarca a buena parte de las instituciones del Estado. O hay una reforma regeneracionista profunda del sistema político, que separe con absoluta transparencia y control democrático la gestión pública de las exigencias privadas, o todo acabará en el garete. La democracia exige una profunda renovación política y regeneración institucional. Pero nadie pone el cascabel al gato.