a diez años del rescate financiero a la banca española. Más de 60.000 millones de dinero público de los que no se ha vuelto a saber nada. Ni se sabrá, eso lo doy por hecho. Es más que nada por recordar. Sin más pretensiones. Unos hechos que habían comenzado unas semanas antes cuando Rato, el ex vicepresidente del Gobierno de Aznar y todopoderoso ex ministro de Economía y ex jefazo del FMI, anunció su dimisión como presidente de Bankia. Fue un salvavidas para una banca asediada por al juerga inmobiliaria y crediticia que acabó en burbuja y explotó, por las consecuencias de la crisis global de 2008 y por la lastimosa gestión de sus directivos y prebostes que amenazaba con reventar todo el sistema financiero. Dijeron que el rescate bancario, que el Banco de España ha elevado hasta los 65.725 millones de euros, no costaría ni un solo duro a los contribuyentes. Lo dijeron el entonces presidente Rajoy, el ministro de Economía De Guindos y la vicepresidenta en aquel Gobierno Sáenz de Santamaría. De Guindos aún nos mintió más y alardeó de que los bancos devolverían el dinero incluso con intereses. Todos ellos mintieron, claro. Mentir es la norma de la política española en este presente. Mediocridad, chantaje, saqueo, corrupción, autoritarismo. También desaparecieron buena parte de las cajas de ahorro y sus clientes, fondos y propiedades acabaron igualmente en manos de la gran banca. Un traspaso de rentas más. Caja Navarra fue uno de esos ejemplos. Ninguno de los directivos y políticos protagonistas de ese inmenso fiasco ha asumido responsabilidad alguna. Pero sus consecuencias en la deuda pública, el déficit y la viabilidad del sistema público de pensiones, de cuyo Fondo salieron esos miles de millones, siguen vigente. Solo Rato, el que fuera campeón del neoliberalismo, ha terminado en la cárcel. Aquel rescate fue un ejemplo objetivo y real de esa gran estafa del neocapitalismo que dicta la norma de que las ganancias y dividendos pasan a los bolsillos privados de unos pocos y las pérdidas se socializan con los bolsillos de todos. No sólo no han devuelto nada -como sí ha sucedido en el resto de paíes de la UE que rescataron a sus entidades financieras-, sino que han seguido recibiendo ayudas públicas durante toda esta década, han puesto en marcha una estrategia de concentración bancaria con miles de despidos y el cierre de oficinas. Ahora los destinos de aquel rescate bancario se dirigen a la economía financiera y especulativa, que mueve a través de los fondos buitre de capital riesgo un beneficio 70 veces mayor que la economía productiva. El negocio es redondo mientras la economía se mantenga en situación de crisis permanente. Eso sí, la juerga la seguimos pagando a escote todos. Como hace 10 años.