No creo que sea exagerado decir que, desde la retirada de Miguel Induráin, Navarra no ha tenido un deportista mejor que Asier Martínez. En la redacción algún compañero lo elevaba incluso por encima del fantástico corredor villavés con el argumento de que, si bien es cierto que el pentacampeón del Tour llegó a ser el indiscutible número uno de su especialidad, su liderazgo lo consiguió en una disciplina deportiva en la que la presencia de personas de raza negra es testimonial.

Sin necesidad alguna de comparar a dos atletas excepcionales, lo cierto es que el vallista de Zizur Mayor se ha instalado en la elite mundial con solo 22 años. El propio medallista confesaba, apenas unos minutos después de protagonizar su gesta, que se conformaba con clasificarse para la final, y que verse con la medalla colgando de su cuello era poco más que un sueño.

El mismo sueño que está quitando a los muchos aficionados que siguen sus pasos en la Comunidad Foral, que el pasado verano se vieron obligados a trasnochar para verle rematar su estreno en los Juegos Olímpicos de Tokio con un memorable sexto puesto y que la pasada madrugada volvieron a abrir el ojo a deshoras para celebrar su sensacional bronce. Enorme Asier.