Llevan un tiempo sonando campanas al vuelo alrededor de la presunta trama de cobro de mordidas y comisiones que implicaría a Cerdán y a las empresas Acciona y Servinavar en Navarra, pero lo cierto es que, hasta ahora al menos, el ruido es más fuerte que las pruebas que puedan demostrar esos hechos. Ni el nuevo informe pericial sobre los audios del informe de la UCO han avanzado en ese terreno de la aportación de pruebas. Da validez a los audios y a las voces de los implicados –Cerdán, Ábalos y Koldo–, pero también recoge elementos en esos audios que pueden desvirtuar la autenticidad de los mismos, al menos en algunas de las llamadas registradas. Una puerta, más o menos abierta, a la existencia de posibles dudas cuando menos razonables.

Tampoco el informe de la Oficina Anticorrupción del Gobierno de Navarra ha añadido nada nuevo a lo ya sabido hasta ahora, más allá de juicios de valor contundentes sobre las adjudicaciones de los túneles de Belate y de la construcción de unas viviendas de VPO por parte de Nasuvinsa. Pero también contiene errores de fondo en las algunas apreciaciones, sobre todo en este segundo caso, y afirmaciones cuando menos jurídicamente discutibles sobre determinadas referencias a incumplimientos legales. Además de que se vulneró la oportunidad de alegar el contenido del análisis y de las conclusiones a las partes implicadas.

El arrogante discurso del diputado de EH Bildu en el Congreso, Oscar Matute, atribuyéndose el control de la Oficina Anticorrupción no contribuye a resguardar la credibilidad de imparcialidad e independencia que exige esa entidad de control público. Que Araiz haya intentado sacar la pata de Matute del charco alegando que la referencia fue en tono irónico es eso, un intento, pero nada más. También está por aclarar el confuso papel de su directora Edurne Eguinoa, quien se inhibió y dejó de analizar otras dos adjudicaciones, encargadas por el Gobierno de Navarra en las que ella había participado entre 2015 y 2018, lo que no le impidió continuar en el cargo. Habrá que esperar ahora a las alegaciones de los departamentos implicados en las duras acusaciones de la Oficina Anticorrupción para valorar su alcance real. Tampoco de este informe, por lo sabido hasta ahora, en ningún caso se puede hablar de sus conclusiones ni de corrupción alguna ni de cobro de mordidas o de comisiones por parte de alguien vinculado al Gobierno de Navarra. Errores administrativos más o menos graves, fallos en la custodia de documentación y chapuzas burocráticas diversas no construyen por sí solos un caso generalizado de corrupción que sitúe a Navarra en el centro de ninguna gran trama de corrupción.

En todo caso, el ruido de las campanas hace mella y molesta, evidentemente al Gobierno de Chivite, y poco a poco está entorpeciendo la acción política y la gestión de sus miembros y de los partidos que lo componen y apoyan. Y no parece fácil poder huir de ese tañer de campanas que anima constantemente la oposición. Quizá deberían dedicar un tiempo de reflexión a la advertencia que hizo el lehendakari Pradales en el pleno de Política General del pasado jueves en Vitoria-Gasteiz sobre los “tiempos oscuros” que pueden venir de la mano de un Gobierno en el Estado del PP y Vox. Tiempos oscuros para las libertades y los derechos, pero igualmente para las capacidades políticas del autogobierno de los regímenes forales, también para Navarra. Sigue dando respeto, y también miedo, tener que vivir tiempos oscuros de retrocesos democráticos y sociales que otros antes que nosotros ya vivieron y cuyas consecuencias seguimos padeciendo muchas décadas después. Más que nada para animar el sonido al vuelo de otras campanas también.