es evidente que el alza de la extrema derecha que vemos en el Estado español tiene relación con una corriente de fondo que está atravesando el planeta: Trump, Bolsonaro, Orban... Ahora bien, sin menospreciar la importancia de esta influencia, pensamos que es preciso mirar a nuestra propia sociedad para determinar cuáles son, en concreto, las razones de fondo del auge de esta ola de reacción, autoritarismo y agresión social generalizada.

En el Manifiesto que distintas personas y grupos sociales hemos suscrito para convocar una Marcha por la Libertad, en Iruñea, el próximo 23-F, se afirma que “el rebrote fascio-franquista al que asistimos no ha caído del cielo, ni nació en las pasadas elecciones andaluzas. Tiene causas concretas en el ayer y en el hoy. En el ayer, que dejó incólumes importantes y decisivos espacios económicos, políticos, institucionales y sociales en los que anidó y luego se ha reproducido aquel franquismo nunca erradicado. Y causas de hoy, ligadas a la crisis económica, institucional y política que estamos viviendo en el Estado español y a las salidas neoliberales y autoritarias que los grandes poderes están buscando para la misma”.

El fortalecimiento de la derecha no lo vamos a evitar repitiendo eso de ¡que viene el lobo, que viene el lobo! y llamando una y otra vez a hacer frente a la bestia. Es decir, hay que romper con esa política básicamente defensiva, enmarcada en la estrategia, hoja de ruta y envites marcada por la derecha, y afirmar en positivo nuestra propia vía. De esta manera, sin menospreciar en modo alguno la necesidad de responder a las agresiones más directas, se trata de diseñar una estrategia que mire hacia adelante, no hacia los lados, y dé respuesta a la degradación democrática y social vivida estos últimos años.

En primer término, impulsando la ruptura de todas aquellas ataduras que nos legó el franquismo y que han servido de reserva genética, vivero fascista y logística institucional para esa derecha cada vez más extrema. Ataduras materializadas en esa monarquía franquista; en una policía y ejército nunca depurados y siempre inmunes; en esa España verdad de fe, indisoluble, indivisible y de soberanía única; en ese IBEX 35 a quien todo se le consiente, aprueba y subvenciona; en una judicatura servil para con todo lo anterior...

En segundo lugar, apostando por una salida a la crisis que se asiente en parámetros esencialmente diferentes a los ahora en vigor, de los que se ha derivado un fuerte incremento de las desigualdades sociales, el insultante enriquecimiento de una minoría, el deterioro del marco de relaciones laborales y el debilitamiento de las atenciones y prestaciones sociales. Por el contrario, la salida a impulsar debe caminar en una dirección completamente opuesta que busque mayores niveles de libertad, democracia, bienestar y justicia social.

Por eso, con ocasión de cumplirse el aniversario del golpe de Estado del 23-F de 1981, es obligado recordar, no solo la benevolente condena y trato de favor de sus más directos protagonistas, sino también la impunidad de aquellos otros -muchos más- que quedaron amparados por esos mantos de silencio e impunidad con los que siempre se ha vestido el franquismo y sus epígonos.

Pero, por encima de esa necesaria labor de denuncia, la “Marcha por la libertad” convocada para este 23-F debe convertirse en punto de encuentro para todas las gentes que seguimos reclamando una sociedad libre y justa. Mujeres que el próximo 8 de marzo saldremos de nuevo a la calle para gritar nuestro rechazo a una sociedad misógina que recorta nuestra libertad y nos discrimina socialmente; migrantes que queremos construir una Navarra multicultural y solidaria del brazo de todas las gentes que aquí hemos hallado; jóvenes que deseamos hacer realidad nuestros sueños y no nos resignamos a que precaricen nuestras vidas y roben nuestro futuro; mayores que no nos resignamos a que nuestras jubilaciones y pensiones sean recortadas, trabajadores y trabajadoras que nos negamos a ser tratados como un mero recurso en una economía deshumanizada dirigida por cada vez menos manos.

Debemos mirar al futuro, afirmar que queremos que nuestra tierra, Navarra, sea plenamente libre y soberana. Que nuestros derechos sean reconocidos y nuestras leyes y acuerdos respetados, pues queremos construir una sociedad solidaria, sí, pero con nuestras propias manos y criterios. Queremos escribir también nuestro pasado libremente, sin leyes de amnistía y tribunales constitucionales que nos declaren incompetentes para destapar la verdad silenciada desde 1936 y abrir paso así a la justicia y la reparación.

Queremos que la Marcha del 23-F incluya a lo mejor de la Navarra rebelde de estos pasados años. La de las huelgas generales contra las reformas laborales y el recorte de pensiones de los últimos gobiernos; la de la lucha contra la corrupción de UPN; la que se movilizó en tantas plazas en torno al 15-M; la que reventó las calles en protesta contra las agresiones y violaciones en Sanfermines y otras fiestas y ha sido ejemplo para las mujeres de todo el Estado; la constante y solidaria lucha en torno a la exigencia de libertad para los jóvenes de Altsasu; la del siempre activo movimiento euskaltzale; las que se alzan contra cualquier muestra de intolerancia sexual o xenófoba...

Hacer frente al auge de la extrema derecha y su fascio-franquismo pasa por volver a dibujar un futuro que sea capaz de atraer a las grandes mayorías sociales. Se trata de consolidar y profundizar los cambios iniciados, de crear confianzas y ahuyentar miedos, porque la mejor manera de atajar el auge de la derecha es volver a avanzar desde todos los frentes afirmando nuestra firme voluntad de construir algo nuevo.

Dejemos pues de gastar saliva comentando los exabruptos mediáticos que nos lanza la derecha para tenernos entretenidos y utilicemos las energías que tenemos, que son muchas, en afirmar nuestro propio camino. Y no lo olvidemos: la mejor defensa es un buen ataque. El 23-F tenemos una cita en las calles de Iruñea.

Firman este artículo: Amaia Kowach, Andrés Valentín, Marta Molinero y Antxon Ramírez de Alda, organizadores de la Marcha por la Libertad del 23 de febrero