aveces olvidamos que las grandes enseñanzas no se dan solo en los libros, ni en las universidades, sanctasanctórum del saber; también se dan en la universidad de la calle, de la vida, en centros de formación de menor rango. Uno de ellos es la Escuela Taller donde nuestro alumnado, jóvenes entre 16 y 29 años sin una cualificación previa, se forma. Una de las cosas más hermosas del trato con estos/as jóvenes es lo que te devuelven, lo que aprendes de ellos, las enseñanzas de vida que te dan.

En la Escuela Taller enseñamos a través del trabajo, es decir, “aprenden trabajando”. Mediante la práctica directa en talleres y obras el alumnado aprende un oficio, unos hábitos de trabajo y unas habilidades sociales, al mismo tiempo que comparte su experiencia de vida. En el trato directo con ellos/as, generación tras generación, esta juventud nos ha dado auténticas lecciones de vida, humanizándonos, tomando conciencia del valor de la persona y del trato personalizado.

Cuando un/a joven acude puntualmente día sí y día también, con su problemática personal, con la sensación de fracaso en su vida porque no ha finalizado nada, porque no se siente capaz de enfrentarse a un simple trabajo y le escuchas, haces que te cuente lo que le pasa, lo que le inquieta, lo que le paraliza y lo abordas con paciencia desde la empatía poniendo en valor aquello que hace bien, motivándole continuamente y le indicas lo que tiene que cambiar, no como algo negativo sino como una mejora para él/ella consigues que su autoestima aumente, que se sienta útil, que tenga la sensación de que vale y de que puede hacerlo. Si además la exigencia que le pedimos está adaptada a su ritmo, según sus posibilidades y destrezas, dándole su tiempo necesario conseguimos que cada cual avance y progrese desde su necesidad personal.

En el proceso de cambio este/a joven se va a encontrar con dificultades. Suelen presentar un grado de rebeldía y de incomprensión muy alto, por lo que nuestra intervención con ellos/as debe enfocarse desde la claridad, la transparencia y la participación. Poseen un sentido de la justicia muy elevado, por lo que el trato diferenciado debe ser explicado y nos exige coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Asimismo, te piden que les pongas límites; nadie se los ha puesto y parte de su desorden viene de ahí. Los límites tienen que ser claros, asumibles por ellos/as y con consecuencias en caso de que los traspasen. Hay que tratarles como adultos, concediéndoles responsabilidad a sus actos; lo que hagan bien o mal es porque así lo han decidido.

Pero todo esto no se consigue si no tienes con ellos/as un trato humano exquisito. Hay que ofrecerles confianza, aprecio, cariño y mucha cercanía, sin perder el rol de formador; no somos sus colegas, somos sus referentes, guías y modelos en los que inspirarse. Les enseñamos un oficio, les ofrecemos práctica directa y les preparamos para su salida al mundo laboral. A lo largo del proceso han convivido con total naturalidad y normalidad con personas de diferentes procedencias y culturas lo que hace que se quiten miedos y temores infundados. Y, sobre todo, han puesto en valor el esfuerzo y las ganas de levantarse de nuevo y vivir, porque no hay mejor recompensa que el reconocimiento del esfuerzo.

Son quince lecciones aplicables a cualquier relación humana y en cualquier ámbito de nuestra vida, la familia, los/as amigos/as, el trabajo, la educación: 1.- Escucha activa; 2.- Paciencia y empatía; 3.- Poner en valor lo que el prójimo hace bien, motivar continuamente; 4.- No tratar las faltas con negatividad sino como algo a mejorar; 5.- Hacer que la gente de nuestro alrededor se sienta útil; 6.- Dar a cada cual su tiempo; 7.- Respetar sus necesidades personales; 8.- Ser claros, transparentes y fomentar la participación; 9.- Ser coherentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos; 10.- Saber poner límites; 11.- Que cada cual sea responsable de sus actos; 12.- Tener un trato humano exquisito; 13.- Mantener el rol que cada cual tenga; 14.- Saber convivir con aquellas personas que son diferentes a uno/a; y 15.- Poner en valor el esfuerzo que supone hacer las cosas y cambiar hábitos.

El autor es director del Centro de Formación para el Empleo Landaben / Landaben Enplegurako Prestakuntza Zentroko Zuzendaria