on en estos momentos de crisis cuando conviene pararse a pensar y reflexionar sobre lo que nos está pasando, cada uno en nuestro ámbito de actuación, con el fin de que cuando salgamos de ésta intentemos poner soluciones a actitudes que, sin lugar a dudas, nos han llevado a esta situación económica caótica, injusta e insolidaria.

En la década de los sesenta y setenta del pasado siglo, la Diputación Foral de Navarra atrajo a las industrias mediante la aplicación de planes industriales, en los cuales se incluían concesión de ayudas. Pero lo que principalmente hizo atractiva la localización industrial en el territorio foral fue la proximidad y fácil acceso de los proyectos empresariales a las autoridades forales. Lo que posibilitaba una mayor flexibilidad, discrecionalidad y agilidad, tanto en la normativa reguladora de las ayudas como en su concesión y eliminación de los obstáculos y trabas administrativas para la implantación de nuevas industrias y actividades.

Así pues, la Diputación Foral de Navarra asumió y dirigió todas las operaciones tendentes a la industrialización de Navarra, y lo hizo como institución y directamente desde la institución, sin sociedades intermedias, asumiendo el papel que posteriormente han ejercido empresas públicas como Sodena, Nafinco, CEIN, Star up, NGA. Agencia Tecnologica o Nasuvinsa.

Empresas punteras en Navarra en aquellos años pasaron en las décadas de los años ochenta y noventa a pertenecer al sector público empresarial, para su reflotación y paso de nuevo al sector privado (Fundiciones de Vera, Potasas, Magnesitas de Navarra, Onena, Gráficas Estella, Cárnicas del Sadar...).

La creación y funcionamiento de las empresa públicas en esas décadas estuvo estrechamente ligado al modelo económico y fiscal neoliberal que, con una inusitada fuerza, arrasó en los estados europeos por aquel entonces.

La falta de reglamentación en las empresas públicas, junto con la falta de escrúpulos de sus gestores, situaron a este sector lejos de su cometido principal, que no es otro que el apoyo a la Administración Foral en la correcta gestión del dinero público, al contrario, pusieron todo su empeño en beneficio del sector empresarial privado.

Los diferentes informes sobre las empresas públicas, realizados por la Cámara de Comptos en aquellos años, así lo reflejan. Y basta indicar que al inicio de la crisis del año 2008, cuando se aprobó la Ley Foral 8/2009 de constitución de la Corporación Pública Empresarial de Navarra (CPEN), se habían creado cuarenta empresas con participación mayoritaria en su accionariado del Gobierno de Navarra y en otras setenta participaba minoritariamente.

De las cuarenta empresas públicas en las que el Gobierno de Navarra tenía mayoría, el 25% de las 320 personas que componían sus consejos de administración (80) pertenecían a sectores ligados al mundo empresarial privado, y más en concreto a la CEN (Confederación de Empresarios de Navarra), mientras que los ingresos anuales de los directores-gerentes de empresas públicas como Sodena, Nafinco, Baluarte, Tracasa, NGA y la Agencia Navarra de Innovación y Tecnología llegaban a los ciento cincuenta mil euros.

La Ley Foral 8/2009 de la CPEN se creó para controlar y poner fin a este sistema neoliberal de gestión de los fondos públicos. Y aunque sus gestores han conseguido poner orden en la remuneración de los directores gerentes, no se ha conseguido en estos diez últimos años cambiar esa gestión neoliberal del sector público empresarial que llevamos arrastrando desde hace cuarenta años.

Así, vemos que se siguen sin cumplir artículos fundamentales de esa ley, como son la clasificación de las empresas públicas en dos grupos (administración y competitividad) fijándose, hasta el momento, el criterio de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) que clasifica a las empresas públicas como Administración o No Administración. El no realizar esta clasificación lleva consigo el incumplimiento del mandato del legislador reflejado en la disposición transitoria tercera de la Ley de la CPEN, en el que se indica que “para las sociedades incorporadas al sector Administración, se establecerá el ámbito y marco más adecuado para la negociación colectiva de su personal”.

Así mismo, al seguir con la gestión neoliberal en este sector, se impide la necesaria reconversión de empresas públicas como Sodena. Es ahora el momento, ante las circunstancias y necesidades económicas a las que nos vamos a ver abocados, de convertir Sodena en un instituto de finanzas público o un Banco público de Inversión, como paso previo a una Banca Pública en Navarra, que tanta falta va a hacer para los tiempos que nos vienen.

Reunificar empresas tecnológicas como Tracasa Instrumental, Tracasa Mercado y Nasertic, así como un estudio y reordenación de los puestos directivos en todas las empresas públicas, suprimiendo las direcciones de los departamentos creadas únicamente para colocar a los antiguos gerentes de las 40 empresas fusionadas en el año 2009. Es otra tarea fundamental que debemos realizar sin más dilación.

En reconocimiento a la lealtad, profesionalidad y dedicación que están demostrando las más de 1.300 personas que trabajan en estas empresas públicas deberíamos ponernos manos a la obra cuanto antes.

El autor es consejero de la Corporación Pública Empresarial de Navarra (CEPEN) a propuesta del Parlamento de Navarra