levo en silencio días, semanas ya. Me digo a mí misma que no es momento de críticas ni reivindicaciones. Me centro en lo que está en mi mano, en lo que sí puedo hacer.

Es evidente que ningún equipo técnico o político estaba suficientemente preparado para esta situación. En lo que respecta a la Psicología de Emergencias también supone un reto nuevo a todos los niveles. A pesar de esto, hay suficiente experiencia de la importancia de la atención psicológica a personal interviniente. Atención que se ve falsamente visibilizada ante esta crisis del COVID-19. Gobiernos, medios de comunicación y sociedad en general se hacen eco de la importancia de la atención psicológica cuando la realidad es que existe un desconocimiento social, político e incluso técnico de este ámbito científico y de sus funciones.

La atención psicológica en emergencias es una intervención puntual, inmediata y proactiva que sirve para minimizar el impacto psicológico de la situación crítica y con ello disminuir la probabilidad de aparición de trastornos posteriores. Al igual que para la población en general, para los equipos de intervención en emergencias tiene un carácter eminentemente preventivo. Así, es imprescindible la formación previa en manejo del estrés y pautas de autocuidado para estos equipos, pero también es necesaria la atención psicológica en el momento con el fin de facilitar el afrontamiento inmediato de la emergencia.

En la emergencia, la intervención psicológica tiene que ser proactiva. No se puede esperar a que las personas la demanden. El personal sanitario se ve sometido a muchos factores sociales, laborales y personales que dificultan esta petición de ayuda. Sin ir más lejos, salimos a los balcones a aplaudir a nuestros héroes. Los héroes no se rinden, no sufren, pueden con todo. ¿Cómo van a pedir ayuda? La administración es la que tiene que cuidar a sus héroes y heroínas, porque cuando se quitan el traje verde son personas que sienten, que sufren y flaquean, que pueden con mucho pero no con todo. No se pueden permitir pedir ayuda, porque no se pueden permitir la flaqueza, porque la sociedad les necesita, porque “mañana tengo que volver a esa primera línea, y tengo que estar bien”. Dicen que el teléfono de atención psicológica a profesionales sanitarios apenas suena, ¿nos sorprende? No quiero ni imaginar cómo tiene que estar la persona para cuando ese teléfono suene.

Hablamos de prevención y de medidas de seguridad físicas. Al igual que hay un protocolo de protección física y un tratamiento posterior por si este falla, también tiene que haber un protocolo de prevención psicológica. Nos indignamos ante la falta de EPIs, nos duele que nuestro personal sanitario se enfrenta a pecho descubierto al virus con las consecuencias obvias para su salud y la de su familia. ¿Y en el plano emocional? ¿Cuáles son las consecuencias psicológicas para estas personas y sus familias? Lo cierto es que a nivel psicológico también existen EPIs. Además tienen la ventaja de que no hay que esperar a que lleguen desde China ni van a ser requisados por Turquía. Para usar estas píldoras preventivas tan solo hace falta un espacio al final de la jornada y personal con formación. Poner en marcha espacios de desactivación emocional como los que está usando Policía Municipal, para nuestro personal sanitario solo depende de esto: personal formado y voluntad política. Y puedo asegurar que de una de las dos disponemos de sobra.

Queda mucho por hacer en términos de Psicología de Emergencia en Navarra, a pesar de disponer de equipos profesionales formados y convenios en los cajones. Pero esto lo podremos hablar largo y tendido cuando acabe la emergencia. Ahora tenemos un batallón en primera línea. En este caso es el personal sanitario el más visible y el que más expuesto está, pero la atención psicológica al personal interviniente debería ser parte del protocolo de cualquier equipo de emergencias. No vale con habilitar un teléfono y esperar a que las personas llamen, ni con prever grupos de psicoterapia grupal posteriores. Y menos en una emergencia que va para largo. Es necesario pero no suficiente. Hay que asegurarse de aliviar el estrés de los equipos. Ofrecer espacios de expresión emocional, acompañarles en la integración de los sucesos que hayan podido vivir durante el turno y potenciar sus recursos de afrontamiento. Es lo que están haciendo espontáneamente los equipos sanitarios, porque es lo que responde a sus necesidades, sin saber si quiera que existen protocolos para ello.

Y aunque la evidencia dice que a pesar de que no hagamos nada la mayoría de estas profesionales se adaptarán y no van a necesitar esa psicoterapia, hay que prestar atención a las que sí y abogar por la prevención. Eso es lo que hace la Psicología de Emergencias. Y si me atrevo a publicar esto, es porque, sinceramente, aún estamos a tiempo.

La autora es psicóloga y experta en Psicología de Emergencias y Catástrofes