la mayoría de nosotros y nosotras la crisis de la COVID-19 y el posterior encierro nos pilló por sorpresa. Unas trabajando en la fábrica, otros cursando estudios universitarios, sacando adelante la pequeña tienda del barrio, en paro o en tareas de cuidado doméstico. Cada cual, desde su realidad, afrontando el día a día.

Ante una crisis tan grave, conscientes de la importancia de la vida, y preocupados y preocupadas por el cuidado y la protección de la comunidad, comenzamos a organizarnos en un auzolan gigante en nuestros barrios y pueblos. Creando y participando en las redes de cuidados.

Desde nuestra pequeñez la hemos hecho grande: ayudar a hacer la compra, cuidar a los y las menores, hacer llamadas, hacer mascarillas y repartirlas... En definitiva, cuidarse mutuamente y cambiar las cosas. Hemos sido capaces de organizarnos tanto nosotros como a la comunidad ante esta terrible crisis, poniendo en el centro a las personas y sus condiciones de vida y tejiendo relaciones entre los vecinos y las vecinas. Hemos anudado hilos hasta formar una madeja gigantesca. Como nos han demostrado las últimas semanas, actuar con ilusión y responsabilidad, situar las vidas en el centro, tiene un valor y una importancia que no se puede medir en dinero. A la complicidad tejida de balcón a balcón, de ventana a ventana, se le ha dado otra dimensión a través de las redes de cuidados.

El camino hasta ahora no ha sido fácil, no hemos tenido alfombras rojas ni cámaras, a veces hemos avanzado sin saber muy bien qué y cómo hacer, trabajando con imaginación y la máxima voluntad. Pero también somos conscientes de nuestras propias limitaciones, la imposibilidad de hacer frente a la violencia contra las mujeres que se ha multiplicado en este confinamiento o a la soledad y abandono de nuestros mayores en las residencias. En otros casos hemos tenido que sufrir acoso, prohibición o limitaciones por parte de algunos, sin poder entender lo que estábamos haciendo. El motivo es claro, las medidas y criterios para hacer frente a la crisis no están tomadas teniendo en cuenta la singularidad, tamaño y diversidad de nuestros pueblos y barrios, sino pensando en una gran ciudad donde no hay una comunidad como la nuestra. En concreto, Madrid. Todas estas medidas se han decidido allí, sin atender a la realidad concreta que tenemos aquí. Y si las redes de cuidados nos han enseñado algo, es precisamente lo contrario. Conforme más cerca se esté de los vecinos y las vecinas, siendo más participativo y asegurando una relación directa, mejor se responde a los problemas reales y a sus necesidades. Ayudar es más fácil.

Al igual que hemos hecho en época de confinamiento, nuestra elección en adelante también es clara: seguir cuidando a la comunidad y a los vecinos y las vecinas, manteniendo las vidas en el centro. No queremos volver a la normalidad que dictan los mercados y los intereses económicos. No queremos contribuir a la construcción de una sociedad totalmente militarizada y punitiva. Queremos construir una normalidad que proteja y favorezca las vidas y las condiciones de vida de la ciudadanía. Y en eso nos reafirmamos. Por ello, queremos hacer público el siguiente llamamiento:

1. Realicemos una gestión de la situación que asegure un futuro digno para todos y todas. No sólo respondiendo a las contingencias que se puedan dar, sino construyendo un futuro en el que la vida y las condiciones de vida sean el eje vertebrador, afrontando los retos de forma justa y democrática. Y eso requerirá la creación de nuevas herramientas.

2. Vivimos la importancia y la fuerza del cuidado comunitario. Por ello, desde esa base, construyamos, entre todos y todas, un marco de colaboración que permita un futuro digno: desde la ciudadanía hasta el gobierno, partidos políticos, sindicatos, mancomunidades, expertos y agentes sociales de Navarra.

3. Sólo un espacio de trabajo transversal y colaborativo, desde Navarra y para Navarra, de pueblo a pueblo, organizado entre todos y todas, garantizará una situación justa y viable tras la crisis. Y, por supuesto, que ponga límite a las situaciones más duras. Para ello, consideramos necesaria la creación de un foro abierto en el que se propongan, acuerden y adopten medidas de forma práctica, invitando a ello a los agentes anteriormente citados.

Por último, no quisiéramos poner fin a esta llamada sin trasladar toda nuestra solidaridad a las familias de las personas que han fallecido como consecuencia de esta crisis, nuestro más sentido pésame. Asimismo, no podemos olvidar, al igual que nosotros y nosotras, a los diferentes individuos y grupos que trabajan frente a la crisis: sanitarios, profesores, comerciantes, bomberos, limpiadores... os enviamos todo nuestro apoyo y ánimo, sin vosotros y vosotras sería imposible el cuidado de la vida y nuestra actividad.

Aprovechemos la crisis que estamos sufriendo, no para tener miedo a lo que viene, sino para dar forma a lo que viene. Porque nadie puede dibujar un nuevo comienzo, pero sí un nuevo final. Dibujemos, pues, desde nuestra pequeñez, un nuevo mundo justo.

Firman este escrito: Gema Soto (psicopedagoga Mendillorri), Amaia Cambra (diseñadora gráfica Casco Antiguo), Tania González (fotógrafa Tudela), Maite Herranz (trabajadora social Mendebaldea), Jon Etxegarai (psicólogo Lesaka), Areta Senosiain (estudiante San Juan), Xabier Lozano (cooperativista Casco Antiguo), Garazi Garin (administrativa Lakuntza), Beñat Azkona (profesor Casco Antiguo), Junkal Otxotorena (trabajadora social Leitza), Ana Marta Mendaza (enfermera Yerri), Jon Arrieta (estudiante Rochapea), Luis Corral (trabajador Unidad Barrio Mendillorri), Maider Sola (cuidadora infantil Gares), Irati Matxiñena (estudiante Milagrosa), Beñat Ziganda (estudiante Rochapea), Arantxa Balenziaga (Haur hezitzailea Larraun), Ainara Franchez (estudiante Villava), Aitor Eskalada (estudiante Rochapea), Amaia Barrena (trabajadora Kattalingorri San Jorge), Ander Loiola (estudiante Cizur), Maider Vicente (fisioterapeuta San Jorge), Udane Aranguren (profesora San Juan), Amaia Labairu (estudiante Burlada), Hedoi Etxarte (escritor San Juan), Sara Garralda (trabajadora social Mendebaldea), Xabi Senosiain (trabajador comunitario Mendillorri), Silvia Jaurrieta (hostelera Ansoáin), Kepa Ventura (cámara TV Villava), Olga Aroz (trabajadora social Mendillorri), Beñat Remon (estudiante Ansoain), Aiora Barandiaran (pedagoga terapéutica Arbizu), Sugoi Etxarri (profesor música Larraun), Iraine Garcia (estudiante Ansoain), Josu Delfrade (técnico estadístico Villava), Noe Lopez (diseñador gráfico Barañáin), Alazne Irigoien (historiadora Berriozar), Iosu Urrutia (celador Burlada), Elisabeth Eskisabel (profesora Lezaun), Adur Kanpo (estudiante Lakuntza), Marta Arana (profesora Gares), Maider Balda (estudiante Larraun), Maitane Saralegi (parada Leitza), Nekane Catalan (profesora jubilada Lesaka), Kiko Álvarez de Eulate (fontanero Gares)