os sucesos se amontonan día a día, lo que escribes hoy es barrido por el mañana, y no precisamente en su mejor versión, la vida política fluye a la velocidad del rayo en medio de los truenos que rugen en el hemiciclo provenientes de la bancada de la derecha.

Su eco se hace presente también en las calles, donde los claxon de los coches sustituyen a las sirenas de las ambulancias, y las banderas de sangre y fuego completan el paisaje de la capital, convertida en el icono de los ultras. Uno tiene la sensación de vivir tiempos pasados en los que aparece el fantasma de la guerra civil.

Resulta una paradoja que la periferia del Estado es la que aguanta el chaparrón, la que sostiene su precaria estabilidad, al convertirse los centros neurálgicos de Madrid y Barcelona en focos de tensión unidos por un común denominador, el no reconocer la legitimidad del Gobierno central para actuar en sus territorios, en las que unos y otros se sienten dueños en exclusiva.

El propósito del PP es armar mucho ruido, siguiendo la máxima de cuanto peor mejor, principio puesto en práctica por ETA en los años de plomo, todo con tal de desviar la atención que irremediablemente se va a situar sobre sus cabezas, cuando expresidentes, exministros, directores generales y policías a su servicio comiencen a desfilar por el Parlamento y los juzgados para dar cuenta de sus fechorías.

Por tal motivo han puesto el grito en el cielo, acusando a los demás de sus burlas a la Constitución, de la utilización de los jueces, cuando el Gobierno de Sánchez intenta renovar el CGPJ esquivando el bloqueo intolerable y anticonstitucional que viene perdurando más de dos años, después de alardear el señor Casado que eso no iba a pasar por su errónea interpretación de las normas, Esta persona, señores y señoras del PP, no está capacitada para regir los destinos del país, ni siquiera de su partido, no tienen más que repasar la hemeroteca. Son tiempos de estulticia en medio de la pandemia.

Lo hiriente para los demócratas es que el Partido de Fraga no tiene empacho en confundirse con Vox para no dejarse comer el bocado electoral por su competidor, jugando con el fuego de la rebelión a la que pueden dar la bienvenida el facherío de Vox.

Estamos viviendo momentos delicados en los que el Gobierno debe jugar sus cartas con inteligencia, conociendo a su oponente, sus apoyos, propósitos e intenciones, que no pasan por ayudar al Gobierno en ninguna tarea, sino que busca su derrota sin paliativos a costa de lo que sea, mientras suena a lo lejos la música de la pandemia.

Desde esta perspectiva, y a toro pasado, el acto de las banderas en Cibeles fue un tremendo error, primero por acudir a su terreno, esgrimiendo un escenario de igualdad, y segundo, dejarle el postre de intervenir la última a la señora Ayuso en la rueda de prensa, con intercambio de papeles, ya que mientras el presidente se retrataba ingenuamente con gestos de unidad y ayuda a la Comunidad de Madrid, la señora Ayuso arremetía contra el Gobierno central achacándole todos los males de la capital sin posibilidad de réplica. Fue una puñalada por la espalda en toda regla.

Muchos hemos menospreciado la figura de Ayuso, una presidenta sin escrúpulos, capaz de mentir y manipular, de prodigarse en los medios, dando títulos a la manera Trump, siendo capaz de exigir al Gobierno la gestión de la pandemia para luego quejarse de tener que gestionarla, defender la lealtad pero utilizar argucias legales para dinamitar órdenes ministeriales, trastocar los datos de contagios y pcr realizados, mientras acusa de mentirosos al gobierno€, es defender una cosa y su contraria constantemente, es tildar a Sánchez de dictador y represor de libertades por instaurar el estado de alarma, presentándose como paradigma de la libertad. Todo lleva a pensar que estamos ante una persona amoral, carente de valores, capaz de llevar a la comunidad a una catástrofe sanitaria para decir que todo es culpa de Sánchez. Cuidado con este personaje muy lejos de estar tocada y menos hundida.

Como dice Marc Murtra en La Vanguardia: "Lo de Ayuso es un confuso abuso de las instituciones que no destruirá nuestra democracia, pero sus innovadoras importaciones norteamericanas ayudarán a debilitarla, tendrán un coste muy alto y pueden ser la señal para que otros daltónicos de la política se animen a imitarla".

El Gobierno ha perdido un tiempo precioso negociando con el PP, cuando es obvia la telaraña que le tenían preparada para enredarle con el odio a Madrid. El Gobierno debe cuidar sus flancos más débiles y no presentarse con relatos contradictorios que desnudan su falta de coordinación, un Gobierno que se ha de retratar unido ante los problemas más acuciantes de la actualidad, el sanitario y el económico, todo lo demás puede esperar a mejores épocas.

No se trata ahora de ortodoxias, ni jugar a ser el pepito grillo del Gobierno, más bien son tiempos de remar juntos en la misma dirección, implementando medidas sanitarias y económicas que restañen los daños producidos por la pandemia, esa es la prioridad, está en juego la supervivencia del Gobierno.

No cabe ahora distraerse con monarquías o repúblicas, no se puede pintar el barco cuando hay que achicar agua en medio de la tempestad, cuando escampe será otra cosa.

No se puede perder de vista el caso Dina, donde Casado y cía. han visto bocado donde morder, y explicar bien el poco fuste de la investigación, sin hacer profecías vehementes a las que ya nos tienen acostumbrados los últimos imputados del PP, negando la mayor, y sin que uno se pueda fiar de lo que diga el TS, pues cosas más extrañas se han visto.

Todos los caminos intrincados por los que transita hoy la política han de confluir en la aprobación de los Presupuestos, y esta va a ser la madre del cordero que alumbrara el futuro, porque ha de facilitar la recepción de los fondos europeos y dará mayor estabilidad, pero para eso, todos los partidos que miran por los intereses de la ciudadanía han de descartar los suyos propios, y fiar las negociaciones principalmente a las fuerzas que propiciaron el actual gobierno, ya que Ciudadanos optará por sus propios intereses según se presente la coyuntura y siempre marcado por su ADN conservador, pero debe ser bienvenida la ampliación del consenso en el Presupuesto, y mientras, la derecha seguirá armando ruido.

El Gobierno debe cuidar sus

flancos más débiles y no presentarse con relatos contradictorios que desnudan su falta de coordinación

Son tiempos de remar juntos en la misma dirección, implementando medidas sanitarias y económicas que restañen los daños producidos por la pandemia